Señora presidenta del PPVC y distinguida amiga: me apresto a escribirle públicas letras pensando contribuir en algo al necesario debate que la sociedad valenciana tiene la obligación y el deber de realizar con respecto al principal partido del centroderecha valenciano, el PPCV que usted preside.

Los valencianos le dieron al PPCV muchos votos en estas últimas elecciones generales. Y lo hicieron también en las autonómicas y municipales de mayo, con independencia del legítimo resultado democrático de los pactos posteriores de gobierno. Los valencianos han situado al PPCV en la oposición en las Corts Valencianes después de un tiempo, todavía inacabado, de bochorno, escándalos, corrupción y desmanes de todo tipo. Usted lo sabe tan bien como yo, y estoy persuadido que lo condena con toda dureza como hago yo. Y la sociedad valenciana, con toda razón, dijo basta. Y exigió nuevos tiempos políticos, para todos, para el PPCV pero también obviamente para los partidos del actual gobierno de nuestra Generalitat.

Señora Bonig, usted tiene el deber inexcusable de limpiar a fondo, de veras y sin que le tiemble ni la mano ni la voz, el PPCV porque es la principal fuerza política del centroderecha valenciano y representa la voluntad política de miles de valencianos que tienen en esa opción su legítima y absolutamente respetable representación política. Sé que esa es labor de enorme dificultad. Pero le animo a que emplee toda su fuerza, su coraje y mejor empeño en presentar ante la sociedad valenciana un PPCV limpio. Fíjese que no empleo esos típicos latiguillos políticos tan habituales, de regenerado, refundado o similares. No, el PPCV limpio. Si usted consiguiera esto, esté convencida de que los valencianos sabrán valorarlo, y muy bien, en su momento electoral.

Cuenta en contra de sus propios expresados deseos con la estructura piramidal y presidencialista tradicional en el PP y más en estos momentos tan complejos y difíciles de conformación de una nueva política en el gobierno de España. Es cierto. Eso limita su capacidad de acción que, naturalmente, debe ser prudente, medida y acordada. Pero fíjese, señora Bonig, es ahí donde usted se la juega como política. Si consigue un margen real de autonomía „bien sabe de qué le estoy hablando y hasta dónde„ en su capacidad de gestión pública, de maniobra orgánica y de futuro emplazamiento del propio PPCV como una fuerza inequívocamente valenciana y valencianista.

En alguna ocasión ha dicho algo parecido a esto. Y me alegraría pensar que fuera cierto que lo piensa y valora. El PPCV tiene que convertirse, si desea serlo de veras, en el gran partido valenciano del centroderecha. Valenciano y valencianista. Valenciano por su encaje y funcionamiento interno dentro del propio Partido Popular español. Y valencianista por aspirar y representar ese valencianismo liberal que ancla sus raices históricas en Luis Lucia, en Maldonado, en Muñoz Peirats, en Paco Burguera, en Vicent Miquel i Diego, en Josep Lluís Barceló, en Manuel Broseta Pont, y, por supuesto, en la propia trayectoria de los años de gobierno del PPCV en nuestra comunidad legitimando y vindicando como propio todo lo positivo que han tenido para la Comunitat Valenciana los gobiernos de Eduardo Zaplana y Alberto Fabra muy principalmente y todo lo lamentable con los que se ha concluido.

¿Le estoy hablando de un PPCV semejante en referente a su relación valenciana con el PP de España al PSC catalán? Pues algo así. Lo merecemos y lo merece la sociedad valenciana. Que no lo dude, lo aplaudiría vivamente en donde esos aplausos más deben sonar, entre los sectores nutricios de nuestra sociedad civil valenciana: empresarios, sindicatos, universidades y todo tipo de asociacionismo, sectores liberales, sectores conservadores, en fin, en la malla social que constituye lo mejor y más libre de la sociedad valenciana.

Antes le comentaba la necesidad de que el PPCV sea de verdad un partido valencianista. No hablo ya de las señas de identidad. Ni de antiguas batallas identitarias, para eso poseemos el consenso de nuestro Estatut, que por cierto, todos, y escribo bien, todos harían lo debido en estimular, asimilar y respetar. Le hablo de un valencianismo liberal profundo, de un valencianismo vindiativo con las necesidades vitales para nuestra comunidad. Yo le aplaudí cuando se sumó al consenso en las Corts Valencianes en el espinoso asunto de la financiación autonómica y valoro mucho sus llamadas al pragmatismo y a la centralidad en la política valenciana. Porque ese el espacio que debería ocupar como presidenta del PPCV: la centralidad, la moderación, la prudencia y la capacidad de negociación. Lo que no excluye su particular modo de entender la oposición parlamentaria, ni su vibrante forma de comprender su liberalismo. Isabel, no haga caso de todos los que la adulan continuamente de la mañana a la noche. El centro derecha valenciano merece de nuevo una oportunidad. Désela usted. Deseo que lo logre por el bien democrático de la sociedad valenciana. Por su estabilidad y por su futuro.