Hace ahora más de veinte años que la Generalitat Valenciana ordenó académica y organizativamente la actividad docente del Bachillerato. Con este motivo, estableció el currículum de materias optativas. Una de las novedades residió en que por primera vez apareció la sociología dentro de la modalidad de Humanidades y Ciencias Sociales. Los alumnos podían elegir en segundo curso dos asignaturas optativas dentro de una oferta tan abierta que incluía la sociología, pero también otras de tanta afinidad como la educación física o la informática.

Se resolvió así de manera cicatera la incertidumbre creada en los años previos a la aprobación de la reforma sobre si la sociología se impartiría en los distintos ciclos de la educación no universitaria o en alguno, en todos los cursos de cada uno de ellos o en uno sólo, si tendría carácter obligatorio u optativo€ Esta decisión resultó, además, paradójica porque buena parte de las introducciones a las reformas educativas han apelado a la sociología como una de las bases o fuentes principales del correspondiente diseño curricular. Esta buena dosis de retórica se ha reflejado no sólo en esta presencia mínima de la sociología en el currículum, sino también en una clara instrumentalización de su saber. Así, si bien es cierto que, por una parte, se ha recurrido al dato sociológico para justificar el desdoblamiento de ciclos o el tratamiento singular de alguno de ellos, por otra parte se ha ignorado la relevancia de la fuente sociológica a la hora de explicar y articular los procesos de enseñanza-aprendizaje.

A pesar de la relegación administrativa de la sociología, que desde el principio la dejó en una situación de debilidad y de vulnerabilidad, su opcionalidad como asignatura de libre configuración supuso una oportunidad para que un considerable número de estudiantes de enseñanzas medias, de aproximadamente un centenar de centros de secundaria del País Valenciano, contactaran anualmente con el saber sociológico. Pero a mediados de la década pasada, esta situación sufrió una peligrosa deriva: una reforma administrativa del Bachillerato limitó a una el número de optativas que podían elegir los estudiantes. Esto tuvo como efecto que se desactivaran algunos grupos de sociología al no contar con un número mínimo de estudiantes, sobre todo, en los institutos más pequeños. Malos augurios se presagiaban ya entonces, que la reciente reforma de la Lomce (2013) „la conocida como ley Wert (el ministro peor valorado de la historia de la democracia española)„ y su aplicación en el País Valenciano no ha hecho más que confirmar: se ha eliminado la sociología (y a cambio se introduce la psicología) de modo que el curso 2016/2017 ya no se impartirá.

La eliminación de la asignatura en Bachillerato, antesala de los estudios superiores y universitarios, contrasta significativamente con la importante presencia de esta disciplina en más de veinte titulaciones universitarias de grado en áreas tan diferentes como las ciencias de la educación, ciencias jurídicas, económicas o de la salud, además de las propias ciencias sociales. No sabemos si esta situación preocupa a los actuales responsables de la Generalitat Valenciana, cuyas políticas pretenden poner el acento en la dimensión social. Sin duda, la decisión arbitraria e injustificada de eliminar la sociología de secundaria es un síntoma grave porque comprender la sociedad, sus estructuras y el papel de sus actores requiere un cierto dominio tanto de los lenguajes que explican su configuración actual como de los diferentes métodos que se utilizan en su conocimiento, lo que implica un proceso de formación continuo y, por tanto, un esfuerzo sostenido y un estudio sistematizado. En este sentido, la enseñanza no universitaria es una valiosa oportunidad para iniciarse siempre que no sea eliminada de manera irreversible. Y su ausencia representa un exilio forzado de lo social dentro del ámbito educativo: como si los estudiantes se tuvieran que formar en una suerte de cámara de vacío, ignorando y haciendo abstracción del contexto social al que pertenecen.

Por todo ello, consideramos prioritario que la Generalitat Valenciana adopte las medidas pertinentes que permitan, en primer lugar, la reactivación de la sociología en el próximo curso; en segundo lugar, el establecimiento de la disciplina sociológica como materia obligatoria en el bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales: tan sólo de ese modo se podría evitar la situación tan paradójica como absurda de que una de las materias principales que le da su nombre y su pleno sentido a este itinerario tenga, como hasta ahora, carácter optativo, o bien, como está previsto, que desaparezca completamente; y en tercer lugar, que se incorpore plenamente el saber sociológico a las asignaturas de ciencias sociales y que puedan ser impartidas también por quienes han recibido la formación específica para ello: las sociólogas y los sociólogos.