En torno a 1910, a partir del estudio de la socialdemocracia alemana (SPD), Robert Michels formuló la famosa tesis sobre la «Ley de hierro de la oligarquía». Según ella, grosso modo, las organizaciones políticas, aunque teóricamente sean democráticas, tienden a la oligarquía. Todavía hoy, la cuestionada democracia interna en los partidos políticos es un tema de debate. Siendo uno de los núcleos sobre los que la nueva política ha construido parte de su discurso.

Por ello, no deja de sorprender que el secretario general de Podemos en la Comunitat Valenciana, Antonio Montiel, haya cesado a la secretaria de Organización, Sandra Mínguez. Tal como ya hiciera hace unos meses Pablo Iglesias con Sergio Pascual. La cuestión de fondo es el hecho de que el secretario general pueda censurar a un miembro de la dirección política de forma unilateral. Entonces, ¿qué sentido tiene elegir a los integrantes del Consejo Ciudadano mediante referéndum?

Es chocante que un partido nuevo que ha tenido la capacidad de conectar con las ideas de regeneración democrática y participación ciudadana, otorgue un poder de prerrogativa a la figura del secretario general. Algo que, sin duda, es totalmente contrario a esas legítimas aspiraciones sociales que dice venir a representar. Probablemente, la explicación esté en su propia génesis. Y es que el germen de Podemos no es tanto el 15M como la universidad. Se trataría pues, de un origen más elitista que ciudadano. Lo cual podría explicar estos cuestionables arreglos orgánicos sobre los que ha sido diseñada la organización a nivel interno.

No obstante, no deja de ser una pena que resulte ser tan poco democrático. Sobre todo, porque podría haber empujado en la dirección de una mayor regeneración de los partidos políticos en nuestro país.