Los vetos de la izquierda han sido su peor enemigo mientras que la derecha no ha tenido empacho en levantar los vetos y buscar complicidades a la hora de copar el poder con aquellos que «querían romper España». La abstención de nacionalistas catalanes y vascos para otorgar la presidencia del PP en la mesa del Congreso (con la complicidad de Ciudadanos) deja en evidencia la incapacidad de las izquierdas a la hora de resolver el puzle de la conquista del poder.

Resulta esperpéntico que el PSOE se haya convertido en el guardián de las esencias de la unidad de la patria. El Comité Federal vetó, en defensa de la unidad de España, cualquier negociación con fuerzas nacionalistas para lograr su abstención. Las fobias hacia Podemos (encarnadas en el sector pilotado por Susana Díaz) eran evidentes y la coartada del veto a los nacionalistas dejaba en la cuneta toda posibilidad de un pacto por la izquierda.

Después se abrió la posibilidad de un nuevo gobierno del PSOE apoyado en Ciudadanos y donde Podemos, debido a los vetos de Albert Rivera, debería permanecer fuera como vigilante de los compromisos negociados. Una situación similar a la que se acordó en la Comunitat Valenciana para la investidura de Ximo Puig, pero con la diferencia de que aquí el pacto venía por la izquierda y no con la nueva derecha.

Ahora asistimos a la cruda realidad, y es que las derechas (tanto centralistas como independentistas) no han tardado ni un santiamén en levantar todos los vetos para conquistar el poder. El pragmatismo del conjunto de la derecha española debe haber dejado a más de un votante del PSOE atónito. Será curioso escuchar las explicaciones de sus dirigentes justificando el porqué de los vetos entonces.

También es cierto que Unidos Podemos deberá hacer examen de conciencia de por qué, dadas las circunstancias, no se optó como último recurso por ejercer, desde fuera, el mismo papel que ejercen en tantas autonomías como la nuestra; el papel de vigilante de un gobierno diferente al de Mariano Rajoy antes que dar el paso que les ha llevado a la situación actual.

Es hora de exigir a cada actor lo que se espera de ellos. Al PSOE se le debe exigir honestidad. Que reconozcan que su veto a los nacionalismos fue un error o una maldad. Una excusa barata para no compartir un gobierno con Podemos por las fobias de cuatro barones. De Unidos Podemos se espera pragmatismo; es el momento de consolidarse como organización. Compiten contra maquinarias de partido, no contra movimientos sociales desestructurados.

Las vicepresidencias podrían haber esperado. No se puede bloquear en España un cambio de gobierno por el hecho de no formar parte de él cuando los mismos actores están cuestionando la entrada en gobiernos autonómicos donde existe un rodaje, una experiencia real (como en el caso de la Generalitat, donde Antonio Montiel, no sin razón, afirma que Podemos ya está preparado para asumir gestión de Gobierno)

A la derecha no se le puede pedir nada más. Ha sabido hacerlo a su manera y de modo eficaz: no existen vetos si se trata de la conquista del poder.