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A mi me daban tres

No sé si se acordarán de aquellos anuncios de unos pequeños yogures de color rosa cuyo eslógan decía: «a mí me daban dos». Pues en lo que a series se refiere y en verano cámbiese el dúo por un tres.

Los que en estos calurosos meses seguimos viendo la televisión „oh, osados de nosotros„ merecemos un respeto por parte de los programadores. Ya no hablo de calidad, sino de cantidad. Y es que o se pasan o no llegan.

La pasada semana Antena 3 hizo doblete y estrenó «Lucifer» „el martes„ y «Blindspot» „el miércoles„. Ambas fueron bien recibidas por la audiencia, que las situaron entre lo más visto de la jornada. Pero el atracón de episodios se podría haber comedido un poco. Tres capítulos, así para empezar, fue quizás algo excesivo. Con dos habría estado más que bien. Y no porque las series no lo valgan porque entretienen y enganchan, pero tres capitulos de golpe obligan al espectador a mantenerse despierto hasta altas horas de la noche y a algunos aún nos suena el despertador. Además, ¿qué necesidad hay de finiquitar una serie en tan solo unas pocas semanas? ¿No sería más fácil dosificar la ración? Lanzo la pregunta a los responsables veraniegos de la parrilla, así desde la más absoluta ignorancia como telespectadora de a pie.

El verano es largo y las series, emitidas en «packs» de tres como si fueran ofertas de supermercado, nos dejan sabor a poco. Cuando te encariñas y te das cuenta ya han finiquitado temporada. Y lo que es peor, como las golondrinas de Bécquer, algunas con sus segundas temporadas no volverán.

Y casi ni me da tiempo de hablar del nuevo programa de Sara Carbonero (en el que apenas aparece, por cierto), «Quiero ser», porque ya le han dado lo suyo en redes, boleto en Telecinco (tras solo unos días en antena) y la bienvenida en Divinity. Era de esperar.

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