El hallazgo en el hospital psiquiátrico de Bétera de cien cajas con documentación sobre supuestas adjudicaciones irregulares relacionadas con Alfonso Rus confirma lo que algunos ya sospechábamos: vivimos en una gigantesca ficción ideada por un grupo de guionistas que están realizando un homenaje al cine de terror. ¿Acaso hay una localización más clásica para este tipo de producciones? Bueno, se ajustaría más al género que el centro hubiera cerrado hace años y solamente quedaran espíritus y un guarda huraño, pero, en cualquier caso, me gusta el giro en la trama. De hecho, creo que aún puede darnos muchas satisfacciones. Por eso quiero proponer seis escenarios alternativos para rodar las siguientes entregas de la crónica judicial y política.

Mi primera opción es un pantano, apuesta tradicional de las películas de miedo. Con su fango, su monstruo verde, sus ramas, sus culebras y sus búhos ululantes. No hay mejor escondite para la contabilidad B de tu formación política que un charco de lodo. Para darle más ritmo, aconsejo acompañar la escena con varios excursionistas adolescentes. Y una rubia que grite, es imprescindible una rubia que grite.

Si habéis visto Extraños en un tren sabréis lo siniestro que puede ser un parque de atracciones. Por ello, constituye un marco incomparable para almacenar facturas turbias, especialmente si está en decadencia. El tren de la bruja es el escondrijo más obvio, pero un tiovivo marchito con caballitos desportillados y pintura desvaída también puede dar mucho juego. ¿Qué tal incluir a Bárcenasdisfrazado de payaso triste en algún punto del recorrido? Eso asusta seguro.

Otra propuesta con gran potencial es una mansión encantada en lo alto de una colina. En este caso, a los agentes encargados de conseguir la documentación les llegará primero una carta en la que se les comunicará que una tía abuela lejana a la que nunca conocieron les ha legado una cuantiosa herencia. Para conseguir la fortuna, los investigadores deberán pasar una noche en la casa maldita. Seguro que entre sombríos mayordomos, fantasmas y murciélagos encontrarán unos cuantos documentos sobre corrupción urbanística. A Scooby-Doo siempre le funciona. También hay que tener en cuenta el sótano o el desván de tu extraño vecino. Desde hace años, corren rumores de que algo tenebroso sucede en esa casa. Quizás se amontonan los cadáveres, quizás las mordidas de empresarios locales, quién sabe. Recuerda no ir solo (o jamás regresarás) y lleva linterna.

Un antiguo orfanato abandonado parece un cliché, sí, pero es efectivo. Dulces y escalofriantes vocecitas infantiles surgirán de las paredes para guiar a los protagonistas hasta las cajas rebosantes de documentación irregular. Ositos de peluche descabezados, zapatitos sin dueño, un diario a medio rellenar, cohecho, tráfico de influencias? En efecto, la visita puede resultar traumática, pero todo sea por hacer justicia.

Mi última sugerencia es tan típica como entrañable: la cabaña de la bruja del bosque. No en vano, las hechiceras son famosas por sus conjuros y su capacidad para archivar alfabéticamente información sensible. No hace falta que la casita esté hecha de chocolate y caramelo, basta con que tenga un caldero o un horno en los que empezar a buscar los expedientes de contratación y los sobornos en forma de regalos carísimos. Todas son opciones con garantía de éxito. Además, los registros en el despacho, el domicilio o la sede del partido están demasiado vistos. Hay que atreverse a innovar.