Las lluvias de barro son un fenómeno meteorológico donde la precipitación líquida va acompañada de polvo que lo deja todo sucio. Estas lluvias en la península ibérica son típicas de la primavera, aunque pueden aparecer también en otoño y en invierno, y normalmente hay cuantificados dos días de lluvia de barro de media en la región de Barcelona. En cambio, en verano son menos frecuentes. Esto se debe a que la situación atmosférica que las provoca, la advección del sur ciclónica, necesita de una borrasca en superficie sobre Galicia o el oeste de la península ibérica, y en verano las depresiones no bajan mucho de latitud, por lo que es extraño que se sitúen en esta zona. Este polvo es la arena del Sahara que los remolinos de vientos ascendentes trasladan a la media y alta troposfera junto con el viento del sur en superficie y en todos los niveles atmosféricos llevan hacia Europa. Las lluvias de barro llegan hasta el norte de Alemania e incluso al sur de Escandinavia, aunque la concentración de barro es menor que en la península ibérica.

En algunos estudios se afirma que las advecciones del sur que llevan polvo del desierto provocan enfermedades e incluso muertes si las concentraciones son muy elevadas, como sucede en lugares cercanos a los focos de emisión del polvo. El observador meteorológico del Estartit, Josep Pascual, deja unos botes para ver la cantidad de barro en estos días de lluvia y en algunas ocasiones pueden acumular hasta tres gramos por metro cuadrado.

También en alta montaña pueden darse lluvias de barro „también llamadas nevadas rosas„ que disminuyen el albedo de la nieve y pueden provocar la fusión rápida de esta, ya que la nieve teñida por el barro absorbe más la radiación solar que la nieve original.