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Matías Vallés

Francia habla de Guerra Civil

Éric Zemmour vendió medio millón de ejemplares de su ensayo ultraconservador El suicidio francés. Ahora presenta Un quinquenato para nada, bajo el señuelo de que «los atentados contra ´Charlie Hebdo´ o la matanza del Bataclan anuncian el comienzo de una guerra civil francesa, o sea europea, y el gran desafío lanzado por el Islam a domicilio a la civilización europea». Laurent Obertone adquirió notoriedad con un estudio sobre el asesino en masa noruego Anders Breivik. Ahora presenta su novela de terrorismo-ficción Guerrilla, a partir de un atentado islamista que desencadena un conflicto nacional. El libro contiene «un relato paroxístico e hiperrealista, que nos sumerge en el desencadenamiento de la guerra civil que viene».

Falta un tercer ejemplo para certificar la deriva guerracivilista de la Francia contemporánea. Alexandre Mendel ha encuestado en La Francia yihadista a los islamistas, que reciben un mandato claro. «Mata en nombre de Alá y aguarda a la guerra civil. Provócala». Para los escépticos residuales, Ivan Rioufol titula explícitamente su libro La guerra civil que viene. El manifiesto implora que «hay que hacer todo lo posible para evitar, en Francia, la guerra civil que el islam radical desearía sembrar para imponer el califato, ese nuevo comunismo».

La desembocadura en el comunismo nos recuerda que Francia ha sido pródiga en escritores reaccionarios, que contrapesaban a los maestros del pensamiento oficial. Sin embargo, sorprende la coincidencia guerracivilista a raíz de la multiplicación del terrorismo de proximidad, que en su penúltima manifestación cuaja en el degüello sin duda heroico de un sacerdote de 86 años. Los pronunciamientos bélicos alcanzan a mandatarios como Hollande o Valls, que recuerdan la guerra en curso a cada nuevo atentado. Una vez establecida la confrontación militar, y también el campo de batalla galo, ya solo falta definir a los combatientes. El Elíseo mira hacia Siria cada vez que un islamista francés ejecuta a sus compatriotas. Los ensayistas de ultraderecha prefieren centrarse en el enemigo interior. La niebla de la guerra impide distinguir quién tiene razón.

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