Los grandes incendios forestales se suelen producir cuando se dan las condiciones 30/30/30. En primer lugar, una humedad relativa menor al 30 %; más de 30 grados centígrados de temperatura y, por último, una velocidad del viento superior a los 30 kilómetros por hora. Esta semana no sólo se ha debido de producir esta fórmula en la Sierra de Espadà, en Castelló, sino que parece haber confluido otro factor de riesgo para los fuegos de grandes dimensiones: la negligencia de las acciones humanas.

Estos días han ardido entre 1.400 y 1.600 hectáreas de una de las zonas boscosas de mayor riqueza en biodiversidad del territorio valenciano, a las puertas del Parque Natural. A la espera de las conclusiones de la investigación, el fuego pudo originarse cerca de una granja, donde se efectuó una quema de restos vegetales secos. Una práctica completamente prohibida en esta época del año.

Estos descuidos „demasiado habituales y poco penalizados„ son aparentemente nimios, pero acaban destruyendo valiosas masas forestales, junto con todo su patrimonio en vida de flora y fauna, recursos naturales y paisaje. Esta semana, la Universidad Jaume I de Castelló, a su vez, hacía público un estudio en el que advertía que los mapas de prevención de incendios forestales deberían incorporar no sólo variables físicas y meteorológicas, sino también factores humanos. Entre ellos, los investigadores Pau Aragó y Pablo Juan, creadores de un nuevo modelo estadístico de mapas de riesgo, destacaban el peligro de la cercanía de las carreteras al monte.

mariajosep.pico@gmail.com