Algunos creyeron que Gloria Serra se había pasado a la competencia. Cuatro estrenaba un programa de reportajes y una voz recordaba la reconocible locución de la periodista catalana, asociada a lo que las cadenas privadas venden como periodismo de investigación. No era ella y tampoco es «En el punto de mira», producido por Cuarzo, la productora presidida por Ana Rosa Quintana, un clon de «Equipo de investigación». Aquí sí hay periodistas moviéndose con esa falsa sensación de naturalidad que genera identificación con el espectador. Juntos se avanza en las claves del asunto ya sea por las fábricas de falsificaciones en China o las calles de Johannesburgo.
La «promo» insistía en la incorporación por primera vez de la tecnología 360º para grabar un programa de televisión en España lo que informativamente no aporta nada, vistos los reportajes, aunque en términos coloquiales, es «molón». Esta innovación obedece a la esencia del «infoentretenimiento», preocupado por conseguir piezas visualmente atractivas con un estilo de grabación donde prima el movimiento, cámara al hombro, planos subjetivos, efectos de posproducción, transiciones y rotulación llamativas y puesta en antena efectista, con autopromociones y cebos. El montaje de las mejores imágenes se repite de forma hiperbólica hasta en la misma emisión.
Aunque tuvo una gran competencia, el estreno consiguió un excelente 7,7 % de cuota de pantalla, más de un millón de espectadores. La vuelta Meritxell Martorell, después de la indignación que producía la caza de leones en Sudáfrica, quedaba un tanto descafeinada con sus «21 días» de criada de lujo, que parecía otro capítulo del «Trabajo temporal» de TVE.
Ni que decir tiene que colocamos «En el punto de mira», en el haber de Mediaset.
