El rigor, cuando se habla (o escribe) sobre un asunto tan importante para la Comunitat Valenciana como es la financiación autonómica, es esencial. Lo es porque la credibilidad de la reivindicación que mantiene toda la sociedad valenciana de la urgente necesidad de cambiar un modelo injusto y discriminatorio para nuestro territorio debe basarse en premisas indiscutibles, con datos fiables y criterios científicos. Así lo entiende este Consell que, lejos de la demagogia, ha aportado suficientes documentos al debate como para lograr un consenso no solo entre la sociedad valenciana sino también entre aquellos que hace poco más de un año aún negaban la realidad de la infrafinanciación de la Comunitat Valenciana.

Hoy, gracias a los esfuerzos de este Consell, este es un hecho asumido por la totalidad de los expertos, incluidos los del Ministerio de Hacienda, y por la comunidad científica. Al menos las de este ámbito del conocimiento, el de los economistas y especialistas en finanzas públicas. Tan lejos como el pasado 27 de julio, el secretario de Estado de Administración Públicas, Antonio Beteta, trasladó a la Generalitat que el Gobierno asume que la Comunitat Valenciana está infrafinanciada. Es decir, que no recibimos lo que nos corresponde. Aunque el Gobierno, que ha dejado pasar toda una legislatura sin resolver este problema, dice ahora que no puede hacer nada para remediarlo.

El rigor. Una exigencia que el exprofesor y catedrático emérito de Ciencias de la Computación de la Universidad de Valencia, Gregorio Martín, reclamaba este lunes al Gobierno valenciano a la hora de realizar afirmaciones como que la Comunitat Valenciana, siendo un territorio pobre aporta a las arcas del Estado más de lo que recibe. «Un argumento que ya no es válido», escribió.

Si esa afirmación del señor Martín fuese cierta, podría ser sin duda un motivo de alegría. O ya no somos pobres y, por tanto, es normal que aportemos a las arcas del Estado por encima de lo que recibimos, o, por el contrario, somos igualmente pobres, pero el Estado ha entrado en razón y empieza a tratar financieramente a la Comunitat Valenciana como merece.

El problema estriba en que realmente lo que no es válido es el argumento del señor Martín. Aunque en su análisis no profundiza en su metodología de trabajo, lo cierto es que resulta sencillo adivinar cómo ha realizado el cálculo para una afirmación de tanto calado. Y la primera conclusión es que, usando sus palabras, no es válido.

Su error está en la base de su argumento, lo que supone una enmienda a la totalidad de sus tesis. Y es que confundir la liquidación del sistema de financiación con las cuentas públicas territorializadas, las conocidas popularmente como balanzas fiscales, implica, sencillamente, falta de rigor. Son cuestiones distintas, y eso es algo que saben bien los economistas.

No se puede, pero sí lo hace el señor Martín, calcular la aportación de los valencianos al conjunto del Estado echando mano solo de la liquidación del sistema de financiación. No se trata de un pequeño error o una desviación mínima que no afectaría al fondo del asunto. Es un error de bulto, ya que en su cuenta solo incluye la liquidación de los impuestos propios y cedidos que pagan los valencianos y que está atribuida a la Generalitat. Se deja fuera el resto de impuestos que el Estado mantiene como propios y que también pagan los contribuyentes de este territorio.

Un ejemplo: El 50 % del IRPF que recauda el Estado en la Comunitat Valenciana y que se queda directamente no aparece en la liquidación del sistema de financiación como «aportación» de los valencianos. Ni la del 50 % del IVA. O el 100 % de otros impuestos no transferidos que también pagan, por ejemplo, las sociedades mercantiles valencianas. Sin embargo, en lo que «reciben» los valencianos sí que aparecerá parte de ese 50 %, por ejemplo, del IRPF, que pagan los valencianos y que se queda el Estado porque, obviamente, para financiar nuestros servicios necesitamos más de ese 50 % que tenemos cedido en este caso.

No es extraño que en los datos de la liquidación solo tres comunidades «aporten» más de lo que reciben: Madrid, Cataluña y y Baleares. Son fiscalmente tan «ricas» que, pese al carácter parcial de los datos, aún les sale negativo.

¿Y cómo podemos saber la diferencia entre lo que aporta una comunidad y lo que recibe? Para eso están las llamadas balanzas fiscales. La financiación es una parte de éstas pero en modo alguno la única. Ahí sí, de un lado, se pone todo lo que aporta esa autonomía (la totalidad de los impuestos que pagan sus ciudadanos, incluidos los que se queda el Estado) y, de otro, lo que reciben, la financiación autonómica, las inversiones del Estado en ese territorio, las prestaciones por desempleo, etc. La diferencia es el saldo fiscal.

Ayer mismo, llegó el último informe sobre las balanzas fiscales del Ministerio de Hacienda incorporando los datos de la liquidación de 2013. El resultado es que la Comunitat Valenciana aporta 1.416 millones más de lo que recibe. Siguiendo esa referencia, contribuimos cada año con el 1,48 % de nuestro PIB en favor del resto de regiones, incluidas las que son más ricas que nosotros. Y ello, pese a ser una región pobre, a 12 puntos de la media en renta per cápita. Sí, señor Martín. Desgraciadamente, somos la única que, siendo pobre, aporta más de lo que recibe. Créame que me gustaría que fuera de otro modo.

Es obvio, sin profundizar en la metodología de la elaboración de las balanzas fiscales, que el señor Martín no la ha seguido. Ha comparado datos parciales, de ahí que su conclusión sea completamente errónea. No ha actuado con el rigor que reclama.

Puestos a diseñar escenarios futuros, pero con rigor y siempre con datos del Ministerio de Hacienda, para que la Comunitat Valenciana equiparara sus ingresos a su nivel de renta (12 puntos por debajo de la media) y en consonancia con lo que ocurre en el resto de comunidades, sería necesaria una mejora de las transferencias de 5.877 milones más al año.

Estos son los datos. Los últimos publicados por el Ministerio de Hacienda en lo que a cuentas públicas territorializadas se refiere. Cierto que acumulan un decalaje sobre la realidad. Pero el rigor nos obliga a hacer uso de ellos, señor Martín, y nos impiden especular con datos incompletos y metodología impropia.

Porque coincido con usted. La financiación justa para la Comunitat Valenciana es un asunto demasiado importante. En el camino de esa pelea que usted me reclama le espero.