En plena campaña para difundir el miedo al futuro entre los electores más timoratos y para incrementar la presión sobre los dirigentes políticos, haciéndoles responsable de todas las plagas que caerán sobre los españoles si no se avienen a elegir a Mariano Rajoy presidente del Gobierno sin que él, ni el PP, reconozcan su responsabilidad por las consecuencias de su política en los últimos cuatro años, el Ejecutivo echa el cierre a la ejecución de los presupuestos de 2016 en silencio y en pleno mes de agosto y caiga quien caiga y afecte a quien afecte esa paralización económica. Como siempre, los más afectados serán los parados, los trabajadores, la ciencia, la sanidad, la educación y otras políticas sociales. Eso sí, son muy importantes los presupuestos de 2017, pero no lo es la ejecución de los de 2016.

Rajoy, que encabezó la lista más votada en junio, pero que no obtuvo el apoyo, ni de lejos, ni de la mayoría de los españoles ni de la mayoría de los parlamentarios para ser elegido presidente del Gobierno, como exige la Constitución, quiere gobernar sin buscar ni negociar el apoyo parlamentario de otros grupos. Prefiere que ese trabajo se lo hagan los grupos de presión utilizando para ello todos los medios necesarios.

Pero, ¿para qué queremos tener Gobierno?, ¿da igual las políticas que haga en materia de empleo, de pensiones, de defensa de la sanidad pública o de defensa de la sanidad privada, de salarios, de educación, de ciencia e investigación?

Evidentemente España y el bienestar futuro de los españoles no necesitan cualquier gobierno. Desde luego no necesitan un gobierno presidido por el líder de un partido que ha traído los mayores niveles de corrupción, que se ha gastado la mayor parte de la hucha de las pensiones, mientras ha rebajado los impuestos a las grandes empresas, que ha elevado el endeudamiento público hasta niveles que ningún gobierno anterior se había atrevido, hipotecando el futuro de los españoles para los próximos decenios.

Los resultados electorales requieren la negociación entre los partidos para formar gobierno. Pero no cualquier negociación, sino una negociación que sólo puede basarse en los programas electorales y en los compromisos que adquirieron ante sus electores. ¿O es que queremos que nos sigan engañando y que las elecciones y sus resultados no sirvan para nada? Cuando escucho a quienes predican que hay que facilitar a toda costa el gobierno a Rajoy y desprestigian a la política y a los políticos por ser consecuentes con su programa electoral y sus promesas electorales y no permitir que Rajoy siga haciendo lo mismo que ha hecho en su periodo anterior de gobierno, pienso que para ellos la democracia y el proceso electoral es como una representación teatral, como una ficción que nada tiene que ver con la realidad cotidiana de los ciudadanos.

Creo que el problema que tenemos hoy para formar gobierno es otro. El problema es que si Rajoy no reúne los apoyos necesarios, el segundo partido en votos, en este caso el PSOE, es el que debe intentar formar gobierno. Y pienso que es posible que tanto Rajoy, como Pedro Sánchez puedan conseguir los apoyos necesarios para gobernar. Solo es necesario entender que la democracia es negociación y acuerdo, la democracia no es imposición. Y en la negociación hay que ceder y acordar con las fuerzas afines.

Si en el actual parlamento hay mayoría de derechas, como la ha habido para dar la mayoría de la mesa del Congreso al PP y Ciudadanos, pues que esas fuerzas se pongan de acuerdo y formen gobierno, cediendo lo que tengan que ceder. Pero si Rajoy no consigue la mayoría, debe retirarse y pronto para no alargar el proceso innecesariamente. Y Sánchez debe intentarlo, pues también hay posibilidad de acuerdo para otra mayoría de gobierno. Para ello el líder socialista tiene que reconocer que hay otras realidades electorales con millones de votos con las que hay que llegar a acuerdos y otras realidades territoriales que es necesario abordar.

La presión de los grupos de presión del establishment y mediática no fue suficiente en las anteriores elecciones de diciembre para torcer la voluntad de los electores de Podemos y ahora tampoco debería serlo para torcer la voluntad de los electores del PSOE. Solo se requiere que cada uno asuma su responsabilidad y que los electores sepamos que no nos sirve, ni nos da igual, un gobierno que otro.