El deseo de Podemos de incorporarse al Consell previa reunión del Pacto del Botánico debe enmarcarse en su clara pérdida de votos en las últimas elecciones generales. Pero también atiende a una pérdida de repercusión entre sus votantes y en los medios de comunicación al no haber sido capaces de asumir y explicar su batacazo. Apostarlo todo a una masiva presencia en las redes sociales de dirigentes y sus simpatizantes no ha conseguido ocultar una ausencia de compromiso por resolver problemas reales que tanto pregonaron en el comienzo de su andadura.

Tampoco parece que la actitud de Pablo Iglesias durante los primeros meses de 2016 haya ayudado mucho a la consolidación de Podemos como partido con opciones reales de formar gobiernos de coalición. Su inexplicable comportamiento durante el debate de investidura en el que Pedro Sánchez no pudo ser investido presidente del Gobierno fue negativamente valorado por sus votantes en las elecciones de junio. Si pensaban los dirigentes de este partido que en unas segundas elecciones generales iban a conseguir el ansiado sorpasso, la jugada no ha podido salirles peor. A esto hay que sumar las continuas meteduras de pata en las tertulias televisivas a las que acudían y aquella rueda de presa esperpéntica de Iglesias tras reunirse con el rey en la ronda de conversaciones en la anterior y corta legislatura.

Aunque Pablo Iglesias pidió en reiteradas ocasiones un Gobierno para España como el de la Comunitat Valenciana, cuando pudo hacerlo realidad sucumbió al vértigo de la posibilidad real de gobernar. La consecuencia fue un bajón electoral al no entender sus votantes que con su negativa a Sánchez el Partido Popular haya tenido una segunda oportunidad. Pretende ahora Antonio Montiel recuperar el protagonismo que tuvo Podemos pidiendo entrar a formar parte del Gobierno valenciano, pero para conseguirlo debe antes ofrecer a la ciudadanía soluciones a los problemas heredados de los veinte años de gobierno del PP valenciano. Lo primero que tendría que explicar es por qué ahora y no en el inicio de la legislatura.

Lo tiene complicado Antonio Montiel. Es en las situaciones difíciles donde cada uno demuestra de que pasta está hecho y Podemos ha demostrado que no sirve para lo que la mayoría de sus votantes lo apoyaron, es decir, para que el PSOE se escorase a la izquierda en una eventual negociación para formar Gobierno. En lugar de ello se enfrentó al PSOE recuperando la figura de Julio Anguita, un absoluto desconocido para muchos de sus votantes, mayoritariamente jóvenes.

Con un Consell trabajando sin haber cometido ningún error de bulto, el Partido Popular enterrado en sucesivos escándalos de corrupción y unas cuentas públicas que poco a poco comienzan a ordenarse a la espera de una mejora de la financiación, no parece ser necesaria la intervención de Podemos en el Gobierno valenciano. A escala nacional Podemos se auto excluyó del Gobierno con una actitud infantil y soberbia. En el escenario autonómico su presencia ya no parece necesaria.