Tras la buena experiencia del año anterior en Cantabria he repetido desplazamiento, en este caso a Asturias. No creo mucho en los que auguran que el cambio climático y el calentamiento global pueden hacer insoportables los veranos en las playas mediterráneas, potenciando así, por ejemplo, las del Cantábrico. No obstante, aunque el verano está siendo mucho más soportable en el este que en el oeste de España, reconozco que busco en la fachada cantábrica lo que no tengo en la mediterránea. Es curioso, porque, a pesar de ir a esa parte de España, muy popular por sus áreas de interior y montaña, lo que me fascina son sus playas: Lastres, Gulpiyuri, Llanes, Rodiles en Asturias, o Foz y la playa de las Catedrales, en Galicia ofrecen otra manera de disfrutar del mar y la playa.

Evidentemente depende de la suerte que tengas, pero a mí no me importó tener un día de lluvia moderada, porque me di cuenta de que allí llueve casi sin querer y en el sudeste no lo hace ni queriendo. Debe ser que no hay aviones «rompenubes» por allí y están todos aquí, seguro que no tiene que ver con que son dos climas radicalmente distintos. Los demás días disfrute de sol y temperaturas mínimas de 17 ºC y máximas de 26 ºC, como las que puedes tener un buen día de primavera en «mi» Mediterráneo. Los de allí no entienden a veces como podemos ir a esa zona a bañarnos pero a mí me encanta jugar en la playa con mis hijos sin un calor húmedo y agobiante y no es tan difícil ni osado meterse en el agua, no está tan fría, vaya. Una vez más he disfrutado de sus magníficas oscilaciones de marea y del espectáculo que dan, así como de las variables zonas de baño. No renuncio a lo mío pero reconozco que cada vez más me enamoro de esas tierras.