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Vicente

Cazando moscas

Dormitaba la otra tarde en el sofá frente al televisor cuando mi hijo me avisó de que tenía un pokémon entre los pies.

„¿Me quedo quieta para no chafarlo? „ le pregunté.

Aún se está burlando pero, tranquilos. Me explicó de qué iba el juego y ya me he puesto al día. ¿Quién soy yo para criticar la caza de animalillos virtuales si me paso las tardes de los domingos empalmando telefilmes de Antena 3 y llevo más de mil pantallas pasadas del Candy Crass? Creo que, cada uno a nuestra manera, necesitamos ser algo frikis para seguir cuerdos. Al lado de la fea y absurda realidad, dedicarse a buscar pajaritos de colorines es lo más inocente que podemos hacer.

Hasta mi pareja ha empezado a cazar moscas, aunque lo suyo es normal porque aún sigue la actividad política „el pobre„ y un día de estos va a explosionar como un robot con los cables cruzados. A nadie parece interesarle la gobernabilidad de este país, ni modificar la reforma laboral, ni negociar una ley educativa duradera, ni ayudar a los más desfavorecidos, ni pactar medidas para incentivar la creación de empleo, ni favorecer a los emprendedores, ni acabar con los chorizos... Que no haya mayorías absolutas posibilita enmendar entuertos y regenerar la política. Pero no. Mientras, los ciudadanos alucinamos cada días más con ellos. Eso, algunos, porque Muchos hemos optado por pasar de lo que hacen y, sobre todo, de lo que dicen para ocuparnos de faenas más importantes durante el verano como releer la filmografía de Jane Austen, ver todos los capítulos de Juego de Tronos desde la primera temporada o participar en el campeonato de brisca de la asociación de vecinos.

Ya pueden dar gracias los líderes políticos por tamaña capacidad de evasión. El día en que alejemos la vista de Pikachu para centrarla en ellos, va a ser muy de agradecer que la caza de criaturas sólo sea virtual.

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