ivimos un momento político que como mínimo dejará boquiabiertos a los españoles del siglo XXII. Nos aproximamos a un año sin gobierno, porque eso de «Gobierno en funciones» es un eufemismo para maquillar una situación más bien penosa que pone de manifiesto la mezquindad de los políticos del momento, que solo piensan en ostentar el poder sin prestar la menor atención a las necesidades del pueblo.

Un Gobierno en funciones no está legitimado para aprobar leyes, decretos u órdenes que de alguna forma modifiquen la situación administrativo-política del país, su misión debe limitarse a mantener la administración en sus distintas vertientes sin que se produzca su paralización, con sumo cuidado de no excederse en sus facultades. Dicho esto, observo que esas limitaciones no se están respetando, se está tratando de introducir cambios que en ningún caso habrían de ser asumidos por cualquiera de los miembros de un Gobierno en funciones, debiendo dejarse a la responsabilidad del Gobierno que finalmente resulte establecido por el Parlamento.

Hace unos días, el ministro de Hacienda en funciones comunicó a los ayuntamientos que «se han de cerrar las entidades directamente dependientes de los organismos locales que se encuentren en situación de desequilibrio financiero» como por ejemplo, en nuestra Comunitat, el Asilo Santa Marta en la Vila Joiosa, los consejos agrarios municipales o la EMT en Valencia. Estas entidades pueden padecer eso que llama desequilibrio financiero de forma casi endémica, entre otras razones porque a nadie se le ha ocurrido valorar el servicio que prestan a sus correspondientes comunidades. Pero lo llamativo es que durante la legislatura oficial de cuatro años a Montoro no se le ocurrió exigir lo mismo a los ayuntamientos administrados por colegas de su mismo partido, haciéndolo ahora que no es más que un ministro en funciones: solo por eso debería quedar invalidada su chulería en funciones.

Y a mayor abundamiento, cuando el Gobierno, durante la pasada legislatura con su presidente a la cabeza ha logrado que el Estado alcance el mayor desequilibrio financiero de su historia, no le ha pasado por la cabeza dirigirse a su presidente pidiendo su cierre. Será porque está en funciones y no hay que hacer caso de las tonterías que se le ocurran en esa circunstancia, ¿o es que este hombrecito piensa que con cerrar unos servicios comunales en algunos ayuntamientos va a nivelar ese desequilibrio? No lo creo, más bien pienso que con esas salidas de tono trata de despistar a los españoles, porque eso es siempre mejor que explicarles como se ha conseguido alcanzar una cifra de deuda pública que rebasa largamente el billón de euros, superando a su vez el cien por cien de ese mediático Producto Interior Bruto con el que nos machacan los oídos a los sufridos españoles.

¿Gobierno en funciones? ¡Venga ya!