Aunque el concepto no es novedoso, en los últimos tiempos se está poniendo énfasis en la renovadora idea de hacer nueva política. Pero para que ese intento de regeneración sea coherente y válido se ha de

poner fin al modelo tradicional de profesionalización de la política, de interiorizar que ser político ha de convertirse en profesión.

En democracia, cualquier ciudadano puede ser candidato a ocupar un puesto político, pero al margen de su curriculum académico o político debería acreditar también uno

laboral. Es decir, si se quiere una regeneración en la vida política también es necesario que se destierre la vieja idea de afiliarse a una organización política a los veinte o treinta años y hacer de la política un medio de vida, un intento de profesionalización. Gran parte de la sociedad española vería con buenos ojos que cualquier candidato que tome la decisión de presentarse a las elecciones y sea elegido, bien como concejal, alcalde, diputado, ministro... haya ejercido su carrera profesional en cualquier campo laboral y que en un tiempo limitado ejerza tareas políticas como un servicio a su país y no como un medio de vida.

Los políticos deben tener sus profesiones y volver a su mundo laboral cuando, en un tiempo limitado, deje sus responsabilidades políticas. Pero, ¿y esos jóvenes de veinte o treinta años que no han comenzado a ejercer sus tareas profesionales y se meten en el organigrama de un partido político? Esos jóvenes tienen el derecho constitucional de ejercer un cargo político. Pero para que sea válida esta regeneración cabía aplicar la temporalidad limitada en el ejercicio de un cargo político, porque de lo contrario esos jóvenes podrían caer en el maquiavelismo por la lucha en el ascenso interno a los distintos cargos. Con ello se evitaría en gran medida el ansia de poder que lleva el ejercer un puesto político durante muchos años o décadas.

La mayoría de los políticos son personas con ideal de servicio y demostrada honradez, pero gran parte de la sociedad reclama dos ideas renovadas: la no profesionalización de la política y la temporalidad en los cargos políticos. Como dijo en su momento Abraham Lincoln: «Se puede engañar a parte del pueblo parte del tiempo, pero no se puede engañar a todo el pueblo todo el tiempo».