El pasado 8 de agosto celebramos el «Día mundial del sobregiro». Fue Andrew Simms, director de la New Economics Foundation del Reino Unido, quien lanzó en 2006 la propuesta de conmemorar esta jornada, patrocinada por la organización Global Footprint Network. Lo curioso es que esta celebración internacional no se produce el mismo día cada año.

El «Día del sobregiro» señala la fecha en la que la Tierra, o mejor dicho, las sociedades que vivimos en la Tierra, agotamos el crédito anual de que disponemos por aprovechar los recursos naturales renovables que nos ofrece el planeta. Es decir, que el pasado 8 de agosto agotamos el crédito de todo el año 2016 y desde entonces vivimos sobreexplotando estos recursos hasta finales de año, momento en el que el reloj anual del «sobregiro» se pondrá a cero para comenzar a contar de nuevo este proceso. En 1970, este día se celebraba el 23 de diciembre. Entonces la población mundial sumaba 3.700 millones de personas.

En 2016, se ha duplicado esa población y el «Día del exceso de la Tierra», como también se le conoce, se celebra cinco meses y medio antes. Aunque no es un problema sólo de cantidad de población, sino también de capacidad técnica y de grado de intensidad en la explotación de los recursos. Sea como fuere el resultado es tremendo. Si en 1970 necesitábamos los recursos naturales renovables de un planeta Tierra para satisfacer las demandas de la población mundial, en la actualidad necesitamos planeta y medio. Y si mantenemos esta tendencia en 2030 requeriremos dos planetas enteros para poder aprovecharnos de sus recursos y el «Día del sobregiro» se celebrará en los primeros días de enero.

De nosotros depende. Si queremos cargarnos los recursos renovables de la Tierra en poco tiempo, vamos a seguir con la depredación. Si queremos hacer sostenible nuestro desarrollo futuro, habrá que renunciar conscientemente a comportamientos de nuestra vía diaria que son innecesarios, que realmente son un derroche. Pero cada vez nos queda menos tiempo para decidir.