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Las Campashian

Van ustedes a asistir a un viaje en el tiempo. Me explico, este va a ser un artículo con dos partes. Una, la que escribo justo antes de que Telecinco emita «Las Campos», el «docureality» que la cadena de Mediaset estrenó el jueves sobre las televisivas madre e hija. Debo decir que solo con oír el prefijo «docu» delante de «reality» en la definición del formato me produce auténticos escalofríos.

Este introito rezuma prejuicios por los cuatro costados. Las expectativas sobre este espacio son escasas, más bien nulas. El interés que me produce ver a las Kardashian españolas „aunque ellas reniegan de la comparación (yo creo que con la boca pequeña)„ brilla por su ausencia. Suerte que es verano y la oferta televisiva tampoco es muy tentadora. Antes de su estreno me imagino un programa con ambas „María Teresa y Terelu„ en rulos, camisón y guatiné y con la cara lavada. Me las imagino compartiendo casa „seguramente casoplón„ y con cariños y encontronazos impostados por la presencia de las cámaras. Una mezcla entre «Sálvame» y «Qué tiempo tan feliz», esos en los que ellas son tan expertas.

Y a partir de aquí escribo con conocimiento de causa, que está feo hablar sin saber. Tras verlo he notado, como imaginaba, cierto tufillo a las Kardashian, que si no saben quienes son les explico «grosso modo» que son una familia de ricachones horteras de EE UU que venden su vida por cable. Menudo derroche de poderío se gastan las Campos, que en la casa de la madre vive mi vecindario entero, hasta llaman al servicio por teléfono desde la planta de arriba y usan agua mineral para hacer ajoblanco. Así que nada de rulos y ropita de andar por casa. El tema del primer programa fue, fundamentalmente, el peso de Terelu. Vamos, un quebradero de cabeza de la mayoría de mortales, pero desde otra perspectiva mucho más «glamourosa», ¿dónde va a parar? En definitiva, que el refranero español es muy sabio: piensa mal y acertarás.

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