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Egoísta miopía alemana

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, puede estar contento: una robusta coyuntura económica y la buena situación que atraviesa el mercado laboral han proporcionado al país central de Europa un superávit récord en el primer semestre del año

El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, puede estar contento: una robusta coyuntura económica y la buena situación que atraviesa el mercado laboral han proporcionado al país central de Europa un superávit récord en el primer semestre del año.

Como destacan todos los medios, a la cifra récord de 18.500 millones de euros de ingresos más que lo gastado en ese semestre por Alemania han contribuido en distinta medida tanto el Estado federal, como los laender y los municipios.

Nunca antes se había conseguido como en el período de enero a junio un superávit como el 1,2 por ciento del Producto Interior Bruto logrado este año.

Queda por tanto muy lejos del tope del 3 por ciento de déficit que le autoriza el pacto de estabilidad presupuestaria y que el país incumplió por última vez en 2010 con un saldo negativo del 4,2 por ciento del PIB.

La industria alemana ha podido beneficiarse, entre otras cosas, de la "flexibilidad" de su mercado laboral pero también de la política de bajos intereses del Banco Central Europeo, que, a diferencia de sus socios, le permite al país endeudarse prácticamente sin costo alguno.

Si la economía germana es el espejo en que podrían mirarse sus socios europeos, su política económica no tiene por desgracia nada de ejemplar, según comenta justamente en un editorial el Süddeutsche Zeitung.

Pues, ¿qué se propone hacer el Gobierno de esa "felix Germania" con los 18.500 millones de superávit obtenidos? Seguir ahorrando.

Y, sin embargo, comenta el diario muniqués, sería "en interés del conjunto de Europa que Alemania invirtiese más: en educación, en infraestructuras y en la construcción. Berlín enviaría de ese modo una señal que llevaría a países económicamente más débiles por la senda del crecimiento".

Y eso es precisamente lo que se echa de menos: impulsos a la inversión, aprovechando los bajos tipos de interés que paga el país - ésos son incluso últimamente negativos- y por el también bajo coste de la energía que consume.

La obsesión por el ahorro de la canciller Angela Merkel y su ministro de Finanzas, Schäuble, impide el lanzamiento de un gran programa europeo de inversiones, se lamenta el Süddeutsche Zeitung.

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