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El valle de los caídos

Un auténtico poder valenciano en Madrid se habría abstenido a cambio de soberanía financiera como hizo CiU o PNV

Adiós al salitre y los mojitos y vuelta a la realidad inmarcesible. Agosto se fue entre «Garays y Mangalás», las maquetas del despilfarro despistadas y los incendios, reales o figurados. El Gobierno valenciano arranca el curso profundizando con entusiasmo en sus cuitas internas ahora que debería presentar más prietas sus filas que nunca frente al presumible afianzamiento de las relaciones entre los populares valencianos y Ciudadanos. El grupo que capitanea el inquietante Alexis Marí torcerá más pronto que tarde su errática singladura si, por una de aquellas, llega a sustanciarse la ecuación de poder que han pergeñado Rajoy y Rivera.

El precio de la abstención. En este contexto la patronal y el PPCV le pidieron sin éxito a la izquierda valenciana que se abstuviera en el Congreso para desbloquear la investidura. La sinistra local no le ha prestado ni un minuto de su atención a esa monserga, encantada como está con las playas llenas de turistas pese ser a un éxito compartido. Con los hoteles llenos y la matriculación de vehículos rozando el récord histórico a ver quién es el guapo que convence a Madrid de que este no es el Levante feliz del Nodo. Mientras aguardamos la premiere de la reivindicación valenciana que prepara el Consell en la Villa y Corte, vemos al president Ximo Puig hiperactivo, ocupando el espacio que le corresponde, ecualizando convenientemente su tono institucional. Parece manejarse con brío al terciar cada día en la esfera nacional y se mueve sin complejos en el ámbito doméstico, incluso allí donde puede dejarse jirones de crédito.

Poses polémicas. En ocasiones, francamente, debería precisarse un mejor asesoramiento. Miren si no cómo ha sido el último episodio en el soliloquio de la apertura televisiva. «Obrin o no?» es la letanía que escuchas en cuanto te descuidas. El caso es que visitó recientemente el Molt Honorable nuestro catódico Valle de los Caídos. Puig abrió los cajones de la redacción de Burjassot con la sonrisa cómplice de los liquidadores. «Allí me sentaba yo», rezaba un wasap que me llegó al publicarse la instantánea en este periódico. Hay tanta alma lacerada vagando por aquellos pasillos que cualquier pose debería medirse bien. Máxime si, además, se apuntan iniciativas tan aparatosas como la de unir a distintas cadenas bajo un mismo techo. Pero hombre ¿quién le ha dicho al president eso de que canales que confluyen en régimen de competencia pueden abrigarse en un mismo espacio? ¿Es por ahorrar cámaras, productores, realizadores o técnicos? Se diga. O que se manifiesten los kingmakers en ciernes, identidades que van susurrándose y que son vistosas de verdad

Embajadora de lo imposible. Ha sido un final de agosto anómalo, no tanto por el culebrón de la investidura tan previsible, sino por lo que se propone desde Valencia. La líder del PP Isabel Bonig ha planteado un canje: financiación por apoyo. Millones por síes a Mariano. A ver. Pareciendo una chaladura tal mercadeo resulta que no lo es tanto. ¿O no obtuvo sus objetivos el proverbial pactismo convergente o el pragmatismo de batzoki durante años aupando al poder a González o a Aznar a la Moncloa a cambio de una soberanía de facto? En otro universo y otra dimensión, los votos del tripartito valenciano en el Congreso propiciarían una investidura a cambio de las inversiones que tanto anhela -y merece- este país dejado de la mano de Dios. Si los empresarios se han animado a sugerir la idea en el chill out que montan en la Albufera, será por algo. El problema radica en que la madre de la ocurrencia -volviendo a Bonig-, promete lo que no está en su mano. Lo pueril de la postura estriba en que Isabel se erige en embajadora de lo imposible.

El club de la financiación. Seguimos, en definitiva, sin gobierno porque ni el Partido Popular ni el presidente en funciones tienen la suficiente capacidad de seducción para alentar a la nomenklatura del PSOE. Y carecen de ella por las formas que han atesorado durante legislaturas continuadas y por el FLA de Montoro, una herramienta usada con fines espurios. Si el PPCV estuviera realmente preocupado por la situación de desamparo de esta CV debería armar un levantamiento de todo el arco político valenciano para crear el club de la financiación. Reclamen a su partido justicia distributiva pues si no estaba el corredor mediterráneo en los acuerdos Sánchez-Rivera de antaño, busquen a ver si encuentran alguna mención en el pacto Rivera-Rajoy de ogaño. Como máximo hallarán el blindaje del corredor de las ballenas, el que separa Dénia de Formentera. Menos da una piedra.

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