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Frivolidades y financiación autonómica

Pensiones, educación y financiación autonómica son tres de los grandes desafíos que tiene el Estado español. Hemos tenido una sesión de investidura que se ha movido mucho más en el nivel de los principios y de las justificaciones que en de las soluciones concretas. Poco sabemos como piensan enfocar estos problemas unos y otros. Aunque en nuestra cultura quedarse en la defensa de unos principios sin más este bien visto, lo cierto es que hacerlo requiere poco esfuerzo intelectual y ello conduce inevitablemente a la frivolidad cuando se encaran problemas graves que se están descontrolando.

Hasta hace pocos años, la financiación autonómica era una especie de gran desconocida pero como reconoció Rajoy cuando la recaudación del Estado cayó en 70.000 millones de euros no se atrevió a debatirla, pues el Estado no sólo no habría aportado más, sino que habría tenido que reducir su aportación. «Nadie está conforme con la financiación autonómica» y en tributos propios, «en el caso de la Comunidad Valenciana, entre 2007 y 2011 la recaudación pasó de 2.500 millones de euros a 500 millones de euros. Eso es lo que pasó en la mayor parte de España». Por tanto se justificó «en una circunstancia como esa era muy difícil» abrir el debate. Puesto que toda contabilidad se toma su venganza, el tema ha pasado a ser la estrella rutilante del debate político valenciano. Sólo se oyen quiméricas soluciones que tratan de ser reivindicativas sin saber exactamente donde presentar y defender tales demandas. Frivolidad es la expresión mas prudente que viene a la cabeza, cuando los políticos locales hablan de enderezar la deuda de la Generalitat Valenciana (GV) y su propia viabilidad.

La sindica del PP en Les Corts Isabel Bonig frivolizó hasta el extremo cuando afirmo que «cambiar el modelo actual es sencillo y fácil, sólo son necesarias once abstenciones para el cambio del modelo de financiación». En su falta de rigor ignora que su compañero de partido, Cristóbal Montoro, quien al reconocer la infrafinanciación de la GV dice que el reparto de dinero en las comunidades autónomas no se puede mejorar ni ampliar porque la «tarta» da para lo que da. Todos opinan que es un asunto que se debía abordar de manera conjunta, pero el debate de la semana pasada demostró que todavía nadie se ha puesto a ello.

El delegado del Gobierno en la Comunitat Juan Carlos Moragues, no quiso ser menos frívolo y lamentando que el «bloqueo» del PSOE a la investidura impida negociar un nuevo modelo de financiación pidió que los diputados socialistas valencianos en Madrid se abstuvieran: «Que hagan honor a su nombre y si son tan a la valenciana, que se abstengan». La falta de coherencia proviene de quien hace año medio escaso era Conseller de Hacienda. Difícil de compartir la contundencia de que "el compromiso de Rajoy es que una vez componga el gobierno, y exista un gobierno estable y duradero, se revise el modelo de financiación"

La idea de un intercambio frívolo también la manejó Salvador Navarro, presidente de la Confederación de Empresarios Valencianos, quien «maquiavélicamente» no tuvo empacho alguno en afirmar que los diputados valencianos podrían sacar una buena tajada de las necesidades y de la debilidad electoral de Rajoy. «Ser decisivos en la investidura podría sacar a los valencianos de la invisibilidad».

Hay que agradecer que antes tales arrebatos de los empresarios y de sus compañeros de partido, el candidato a la Presidencia del Gobierno fuera mucho más prudente en Las Cortes: «Ojalá se pueda en esta legislatura llegar a un modelo de financiación autonómica que satisfaga a todos... que ya les adelanto que no es un tema fácil», concluyendo con una promesa muy indeterminada: «Si soy investido, en algún momento tengo la intención de llevar a cabo una reforma del sistema de financiación autonómica». No menos comedido fue el president Puig que se limitó a tachar estas frivolidades de «nacionalistas» ya que a él, como a otros muchos también le resultaba incomprensible que se instara a los diputados de PSPV y Compromís a investir a Rajoy a cambio de que se tuviera en consideración la financiación de la GV Valenciana.

Esta reflexión debería terminar aquí, tratando de pedir a políticos y empresarios que se plantearan la inconsistencia de sus planteamientos respecto a la viabilidad de la GV, sin embargo la semana de las frivolidades sobre la financiación iba a dar más material. Como es sabido uno de los gurús económicos del PSOE es José Carlos Díez, uno de los mayores divulgadores económicos con cerca de 90.000 seguidores en Twitter, dos libros éxito de ventas, conferencias multitudinarias y colaboración en varias cadenas de televisión y diarios cuya carrera entronca con la Presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero, en cuya órbita también tuvo influencia como diputado por Madrid.

Como correspondía, fue llamado a la Escola d´Estiu del PSPV y vale la pena transcribir lo que le dijo sobre el tema que nos ocupa a la periodista de esta casa Marta Vazquez, publicado el pasado viernes: «Una propuesta que llevo mucho tiempo haciendo es la de convertir el Fondo de Liquidez Autonómico (FLA), que ha salvado a muchas autonomías de la quiebra, en un modelo de financiación estable como el SME y el Fondo de deuda europeo, vinculado evidentemente a la Ley de estabilidad presupuestaria, y que consiga que los vencimientos de la C. Valenciana de los próximos dos o tres años se alarguen a siete o a diez años, que es como se financia el tesoro público en Madrid, a tipos del 1 %. Si esto se consigue, el gobierno valenciano podría aumentar sus recursos en gasto público, educación y sanidad un 15%».

Hablando de frivolidad, la del tertuliano es considerable; pan para hoy y mayores compromisos financieros para mañana. Hay que tomarse la molestia de calcular que porcentaje del previsible presupuesto de la GV tendríamos que dedicar para amortizar en 7-10 años la deuda actual y los intereses del 1% que recomienda. Sencillamente insostenible.

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