Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Cosed, malditos

Atención! Tengo que transmitiros un mensaje de interés general. Ayer me llamó Amancio Ortega -no preguntéis por qué tenía ese señor mi teléfono, yo me muevo en unos círculos muy selectos- y me pidió que os dé la gracias. Que a él eso de ser el hombre más rico del mundo le da igual, lo que de verdad le emociona es ver nuestras muestras de cariño en plan siervos agradecidos. Según me explicó, se acuerda mucho de nosotros cada vez que revisa el saldo de su cuenta bancaria. Hasta le caen lagrimillas de emoción.

Además, dice que si seguimos siendo así de simpáticos igual se anima y nos dona unos cuantos milloncejos más para hospitales o becas o algo. Depende de cómo de generoso le pille el día. Pagar los impuestos que le tocan sin truquitos de ingeniería contable le apetece menos, que eso luce poco ante sus amigos y suena a comunista. Estoy de acuerdo. De hecho, que le perdonen sus obligaciones tributarias y financie lo que quiera. Aceptaremos gustosos aquello que el señor Amancio tenga a bien entregarnos. ¿Alfalfa para todos? Bien. El amo es bueno, el amo nos cuida, el amo sabe lo que nos conviene.

De hecho, si puso en marcha Inditex fue por nuestro bien. Un día cogió un poco de barro, le dio forma con el Alfanova y empezó a crear puestos de trabajo mágicamente. Él solito. Sin el esfuerzo de sus empleados -quién sabe lo que hacían allí-, sin aprovecharse de las peores condiciones laborales de cada país y sin que otros humanos compraran sus artículos tampoco€Nada, él en su misma mismidad se ha forjado su imperio. El resto de países que se fastidien, que sus millonarios no son tan millonarios como el nuestro. ¡Ja, menudos pringados! A ver, respirad orgullo patrio, ¿lo notáis? ¿Os sentís henchidos de orgullo patrio? Por mí, que nos quiten los derechos laborales que nos quedan, siempre tendremos a Amancio para rescatarnos del arroyo y darnos mimitos. Además, estamos en deuda con él por perdonarnos la vida. Y es que, pudiendo invertir sus millones en crear un ejército de robots asesinos que nos aniquilaran, el hombre va y prefiere abrir más tiendas para que podamos seguir comprando ropa. Así es, generoso como un oso amoroso con afición por la moda. Hay que quererle.

De hecho, tiene un corazón tan enorme que incluso paga a sus subalternos por las funciones que realizan. Y con dinero, ¿eh? No con piedras o manzanas. Con billetes. Billetes con los que adquirir productos. A ver, tampoco muchísimos billetes, no nos volvamos locos. Pero vamos, que la gente va, cumple su jornada laboral, hace sus horas extra y él, a cambio, les regala un sueldo. ¡Viva Amancio! ¡Viva! Como muestra de lealtad y admiración, deberíamos llevar a cabo una colecta ciudadana para construirle una estatua de mármol en cada municipio.

Respecto a los amargados, acomplejados y envidiosos que se dedican a llamarle explotador, Amancio también tiene algo que comentar. En concreto, dice que como no le idolatréis pronto, os pone a coser camisetas de sol a sol cual púber camboyana. Pero por haceros un favor, ¿eh? Que os nota muy ociosos y con demasiado tiempo para criticar. Además, si él gana más de mil millones de euros al día y vosotros no, algo estaréis haciendo mal. Vagos.

Compartir el artículo

stats