Se imaginan los comentarios si se conociera que el director general de BMW se hubiera comprado un Mercedes para utilizarlo fuera de su horario laboral? Aunque siempre empleara durante sus horas de oficina un vehículo fabricado por su empresa y argumentara que estamos refiriéndononos a su ámbito privado, el mensaje implícito sería demasiado claro: el máximo representante público de la compañía, puesto a elegir prefiere un vehículo de la competencia. ¿Imaginan los comentarios de Mercedes?

Sinceramente dudo que esta situación realmente se dé en el marco empresarial al que me refiero, ya que la imagen corporativa de una marca es un factor fundamental de su éxito, y la difusión de la conducta de este alto responsable, aunque «privada», comprometería de un plumazo toda la campaña publicitaria sobre el «placer» de conducir un BMW y, en caso de no estar ya directamente prohibida contractualmente, sería considerado poco menos que una traición a la empresa que le paga el sueldo.

Cambiemos el sector pero mantengamos el fondo del ejemplo. El turismo es la principal industria española. Millones de personas escogen nuestro país como destino vacacional, en dura competencia con otros, siendo uno de los pocos sectores que nos esta ayudando a capear la ya larga crisis económica. ¿Dónde veranea nuestro director general, el Rey, en su tiempo libre? Ya saben la respuesta€ ¡en cualquier sitio menos en España!

Importa poco si este año ha sido Croacia, el Algarve portugués o alguna isla griega, y también estamos al corriente de que son vacaciones familiares y que no están representando a nuestro país en acto oficial alguno. Pero ¡lo siento!, me es muy difícil distinguir entre vida publica o privada en este caso concreto, y me cuesta creer que no hubiera sido posible encontrar una alternativa similar en todo el ámbito costero español. Sé que hay paparazis y, probablemente, menos intimidad. Pero cuando se tienen responsabilidades del calibre de dirigir una gran empresa multinacional o, más aun, representar a todo un país, el margen entre público y privado es muy fluido y, al final, no hay detalle que no cuente. La imagen trasmitida es que, a la hora de elegir, la cabeza más visible de la empresa turística España ha manifestado con sus actos que para él hay mejores destinos. Los casi 1.400.000 puestos de trabajo que dependen del sector, o los 120.000 millones de euros que aporta el turismo a la economía española parecen no ser suficientes para influir sobre las vacaciones privadas del Rey.