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Recuperar la indignación

Debe de ser porque tenemos la piel dura por todo lo que hemos visto, oído o conocido. Un problema. Perder esa sensibilidad, esa capacidad de sorpresa y de indignación que favorece una dermis más fina nos ahorraría muchos disgustos y, sobre todo, el ambiente irrespirable de estos últimos días.

¿Qué se puede decir ya cuando el hedor lo impregna todo?

Los empresarios de Valencia, a través de la CEV, plantean, con cierto candor, pienso yo, que se saque del foco de la corrupción a la Comunitat Valenciana.

Pues bien, ejemplos no nos faltan en las últimas horas para redirigirlo a otras coordenadas. Se puede poner, por ejemplo, en Andalucía, con la petición de diez años de cárcel para el expresidente de la Junta José Antonio Griñán y diez de inhabilitación para su antecesor Manuel Chaves, o la imputación de la exministra Magdalena Álvarez, los exconsejeros Viera, Zarrías, Vallejo, Fernández y Martínez Aguayo.

O podemos saltar el Mediterráneo y enfocar a Baleares, donde el temor de Jaume Matas a terminar entre rejas „algo que parece inevitable con la que se le viene encima en los juzgados„ ha encendido una mecha retardada que enfoca a Génova, con Lapuerta y Arenas de por medio.

Pero ¿quién se atreve a sacar del foco de la corrupción a la Comunitat Valenciana? Desde luego hoy no parece el día más apropiado. El levantamiento del secreto del sumario del «caso Taula» ha puesto al Partido Popular valenciano patas arriba. La orla de implicados no para de crecer. Y lo que desvela la investigación de la Guardia Civil en las miles de páginas del sumario conforma un auténtico catálogo de bajos instintos; una especie de partida ilegal de dados que se juega con el dinero de la traición y la burla a l0s que un día te dieron su confianza en las urnas.

Como a traición me suena la intención de la exalcaldesa de Valencia, Rita Barberá, de mantener el escaño de senadora. Una plaza que, aunque legalmente nadie pueda arrebatársela, no es personal, puesto que se la han dado unos representantes autonómicos „incluidos los de su antiguo partido„ que ahora la repudian y le exigen su devolución. Y prefiero no hablar de los 2.300 euros que va a sumar a los más de 4.600 que ya percibe cada mes por su traslado al grupo mixto „lo que llegó a decir en su día de los tránsfugas„.

Volviendo al manifiesto de la Confederación Empresarial Valenciana estoy plenamente de acuerdo con la opción de fomentar los valores de la sociedad valenciana, que además se encuentran en el otro 99,9 % de la población, esa que no aparece en los sumarios ni en los escándalos.

Como decía al principio, es necesario que la publicidad de estos casos nos permita recuperar la sensibilidad, la capacidad de sorpresa y la indignación para impedir estos comportamientos. Y ese 99,9 % de la población tiene la capacidad de evitarlo con el cortafuegos más poderoso: el voto.

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