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El triunfo económico de Obama

Franklin D. Roosevelt fue una bendición para la humanidad. Su new deal, sus políticas económicas de corte keynesiano, sacaron a Estados Unidos de la Gran Depresión y lo impulsaron hacia el poderío que contribuyó decisivamente a derrotar a los fascismos en la Segunda Guerra Mundial. Ahora que el mandato de Barack Obama llega a su fin, cabe agradecerle una política económica que ha permitido a la primera potencia remontar la Gran Recesión al tiempo que su acción exterior no ha contribuido a generar mayores problemas en un contexto mundial convulso en el que cabría esperar cualquier desastre si su cargo lo hubiera ocupado otra persona.

En términos económicos, la presidencia de Obama se ha caracterizado por haber aplicado políticas opuestas a las que ha impuesto en Europa la Alemania de Angela Merkel, fundamentadas estas últimas en los recortes del gasto para contener el déficit „la llamada austeridad„ y en una muy tardía aplicación de políticas monetarias expansivas, entre otros factores.

La oficina del censo de EE UU ofreció el pasado martes datos que corroboran las bondades del mandato de Obama. Y es que el año pasado los ingresos de las familias crecieron «al ritmo más rápido de la historia», con lo que 3,5 millones de personas dejaron de vivir bajo el umbral de la pobreza, cuya tasa ha experimentado la caída más rápida desde 1968. El censo pone de manifiesto que lo que más ha contribuido a esa positiva evolución ha sido el crecimiento del empleo, con una tasa de paro del 5 %, pero ofrece datos que confirman la idoneidad de las políticas de Obama, como el aumento de ciudadanos con seguro médico o la reducción de la discriminación salarial gracias a una política de igualdad entre hombres y mujeres.

Sin embargo, la historia puede dar muchas vueltas, como ha sucedido en tantas ocasiones. Por ejemplo, que la ciudadanía estadounidense decida suicidarse en noviembre y dé la presidencia del país a Donald Trump. El candidato y sus homólogos republicanos han hecho una lectura nada positiva de los citados datos. Opinan que el país aún tiene una elevado nivel de pobreza y que la economía todavía no ha llegado a los niveles de 2007. En efecto, los ingresos de los hogares siguen un 1,6 % por debajo de hace nueve años. Sus críticos achacan a Obama que en su mandato los ricos se han hecho mucho más ricos. Es decir, hay más desigualdad, esa lacra que recorre el mundo. De ahí que si en las elecciones se produce un voto antiestablishment y Trump alcanza la presidencia no faltará quien culpe a Obama y a sus políticas, de haber propiciado el desastre descomunal de una derrota de la demócrata Hillary Clinton, su heredera. Ay si Roosevelt hubiera perdido en 1932.

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