Es 17 de septiembre, cuando para muchos de nosotros están prácticamente olvidadas las vacaciones, permaneciendo sólo la sensación de la rapidez con que transcurre el mes de agosto, y haciendo caso omiso de la ingeniosa frase de Elbert Hubbart de que «nadie necesita más unas vacaciones que el que acaba de tenerlas», nos encontramos con una incorporación a nuestra actividades en un panorama muy singular.

Es difícil no caer en la tentación de hablar, en este caso de escribir, sobre los manidos temas de los fracasos de la investidura, de las terceras elecciones nacionales, de la controvertida reforma educativa, del modelo de financiación autonómica, de las elecciones vascas y gallegas y de tantos otros más que nos afectan como ciudadanos en mayor o menor medida.

Por ello, tal vez ahora, más que en otros momentos pasados, parece oportuno hablar de la sociedad civil, para tener presente cuál es nuestra función en la sociedad como simples ciudadanos, y si la cumplimos. Pero, ¿ quiénes formamos la sociedad civil?. De las múltiples definiciones que se han dado, a mí me gusta la más sencilla: la sociedad civil la formamos todos los ciudadanos menos los que mandan, o que añadiría yo, que pretenden hacerlo.

¿Y cuáles son sus funciones? Como ya apuntó Jürgen Habermas, cuando de estados democráticos se trata la sociedad civil debe plantear nuevas demandas sociales y vigilar la aplicación efectiva de los derechos otorgados. Es la sociedad civil organizada con su estructura la que persigue un interés general y, a través de un proceso democrático, debe actuar como mediadora entre los poderes públicos y los ciudadanos. Ésa es una de sus principales funciones, y así en el artículo 11 del Tratado de la Unión Europea se establece que: «1. Las instituciones darán a los ciudadanos y a las asociaciones representativas, por los cauces apropiados, la posibilidad de expresar e intercambiar públicamente sus opiniones en todos los ámbitos de actuación de la Unión. 2. Las instituciones mantendrán un dialogo abierto, transparente y regular con las asociaciones representativas y la sociedad civil». Para una buena gobernanza del funcionamiento de la Unión Europea, el artículo 15 de su Tratado de Funcionamiento añade que sus órganos y organismos actúen con el mayor respeto al principio de apertura para garantizar la participación de la sociedad civil.

La diversidad de las organizaciones sociales, que surgen alrededor de temas tan diversos como, por ejemplo, la economía, la cultura, las reivindicaciones sociales, el deporte y el conocimiento, es precisamente una de sus fortalezas, a la que debe unirse su independencia del Estado y de los partidos políticos.

Además, en la actualidad, debemos añadir el fenómeno nuevo e imparable de la ciberciudadanía, considerada ya como otra forma de sociedad civil. En la red se han abierto nuevos espacios participativos, democráticos, en los que se observan todo tipo de manifestaciones sociales. Hay una amplia actividad política, cultural, económica y social. Se ha producido un cambio en la forma en la que se relacionan los ciudadanos con su entorno.

Si la conciencia ciudadana es el motor de la acción, la reflexión y el análisis acerca de lo que queremos y necesitamos como sociedad, la existencia de Foros de Encuentro, del tipo que sean, sirven de vehículo de transmisión de las preocupaciones, prioridades y necesidades del ciudadano en el proceso de formulación de políticas y propuestas.

En el ejercicio de sus funciones se han realizado y se siguen realizando propuestas de carácter general. Así, en el ámbito nacional, se ha formulado un amplio repertorio, entre las que destaco: la reforma de la Constitución, la reforma de la ley electoral, la puesta en marcha de mecanismos eficaces de control de la corrupción política y económica, la simplificación del marco normativo del Estado de las Autonomías, la potenciación de determinados sectores de la economía, la elaboración de políticas estratégicas del Estado a largo plazo en la educación, la ciencia, la energía, la igualdad real salarial de la mujer, la solución a la necesidad de vivienda digna de los desahuciados y personas sin medios económicos, la acogida de los refugiados e inmigrantes, etc€A éstas podemos añadir otras más específicas de nuestra sociedad civil valenciana, tomando conciencia sobre asuntos que nos importan y afectan más directamente, como la mejor vertebración de nuestro territorio, la promoción de nuestra lengua y cultura, entre otras muchas, y en el aspecto económico, la infrafinanciación, el déficit hídrico de muchas comarcas, el Corredor Mediterráneo y la mejora de la red de infraestructuras.

En nuestra Comunidad las diferentes organizaciones de sociedad civil ( entre las que se encuentra el foro de opinión independiente Club de Encuentro Manuel Broseta al que pertenezco) cumplen sus funciones. Baste ver las memorias de algunas de ellas, o el calendario de sus actividades.

Dicho todo lo anterior, es necesario que nos preguntemos si nuestros políticos y gobernantes están atendiendo las propuestas e inquietudes que les está trasmitiendo la sociedad civil. La respuesta ya la conocen. Más bien parece que están más ocupados y preocupados por sus propios asuntos internos que por escuchar e impulsar los cambios que demanda la situación actual de nuestro país. No podemos avanzar si no se escucha a la sociedad civil y cada uno no cumple su función.