Con el espaldarazo del socialismo europeo al rechazo del PSOE a la investidura del minoritario Rajoy, la figura de Pedro Sánchez cobra sentido, como cabeza visible de una alternativa de Gobierno que él mismo ha definido como creíble, justo y limpio, social y dialogante. Algo, añade, que nunca será el gobierno de Mariano Rajoy.

Ahora sabemos por qué Rajoy rehuía el encargo del Jefe del Estado para presentar su candidatura al Congreso de los Diputados, porque con su sonora derrota ahora se muestra de manera palmaria más solo que nunca: hasta Rivera ha pedido que el PP mueva ficha y que vaya pensando en ofrecer otro candidato., ya que este no concita los consensos necesarios.

Pero este PP es el partido de Rajoy, y está dispuesto a fenecer para mayor gloria de su líder. Sin la caída política de Rajoy, el PP nunca llegará a regenerase ni a renovarse.

Los socialistas nos resistimos a elegir entre «susto o muerte», o lo que es lo mismo, entre Rajoy o terceras elecciones. Y debemos apoyar de manera unitaria y consciente el llamamiento a la «generosidad» que ha lanzado Pedro Sánchez a los líderes de Podemos y Ciudadanos para encontrar una solución de gobierno al «atasco» que sufre el país. La militancia socialista, auténtico apoyo de Pedro Sánchez, respalda mayoritariamente la estrategia de NO sucumbir a los cantos de sirena en favor del náufrago Rajoy.

Rivera ha demostrado espíritu constructivo y dialogante desde el centro político. Iglesias da síntomas de alejarse de la pretensión de asaltar los cielos, y quizás ahora sepa valorar la importancia de que España empiece a caminar con un gobierno trasversal y progresista.

En verdad Rajoy «no tiene remedio»: mientras pedía la abstención facilitadora del PSOE, daba, de tapadillo, su visto bueno para que el exministro Soria aspirara al cargo de Director Ejecutivo del Banco Mundial. No tendrá queja Rajoy, ha sido derrotado por «la mayoría democrática». El PSOE dejó tiempo para que el PP lo intentara, sin poner palos en las ruedas, pero fue Rajoy quien demostró incapacidad para articular las múltiples sensibilidades ideológicas y territoriales surgidas de las urnas.

Ahora es el turno de una alternativa democrática progresista. Descansen por un rato los agoreros del pensamiento único. Por el bien de España, sus territorios y los más desfavorecidos, Pedro Sánchez tiene derecho a intentarlo. Pedimos para España la misma oportunidad de cambio político que en la Comunitat Valenciana preside el partido socialista. Por coherencia, decimos SÍ a una alternativa progresista.