Las aguas bajan cada vez más revuelta sen lagestora del PP de la ciudad de Valencia. Es imposible disimular las fricciones existentes. Creada en febrero a instancias de Isabel Bonig, no nació con buen pie. Se excluyó por principio a cualquiera que pudiera ser relacionado con alguno de los numerosos escándalos en los que estaba inmerso el partido y, con esa excusa, se obviaron a históricos dirigentes de distrito.

Luis Santamaría, el presidente de la gestora, se rodeó de su propia guardia: Jorge Carbó, Javier Montero, Enrique Pardo... También incluyó al hombre de confianza de la diputada nacional Belén Hoyo, Pablo Carreres, a la postre presidente de Ciutat Ve lla, y cuyo nombramiento en la gestora causó malestar entre otros presidentes de distrito excluidos, a los que irritó el desmedido interés y la falta de disimulo por incorporarlo.

Santamaría, probado tecnócrata pero desconocedor del aparato político de la capital, ha apostado en estos meses por asumir el papel del buen rollito, obligándose a ir incluyendo en su gestora apellidos impensables en la etapa de Rita Barberá, así como a los presidentes de Tránsitos, Marítimo, Patraix, y Pedanías Sud..... descartados en un primer momento pero con control en los barrios y, por lo tanto, necesarios.

A fecha de hoy, hay componentes de la gestora que desconocen el número de integrantes de la misma. Como se ve, una situación kafkiana.

El desastre de organización de la última campaña electoral, dirigida al alimón por Belén Hoyo y por Santamaría, propició nuevos roces: desorganización de actos sectoriales; repetidas descoordinaciones; desconocimiento de responsabilidades de cada cual, dobles grupos de wasaps. El resultado: descontrol y desconcierto. Eso sí, nadie de la gestora se atrevió a pedirle a la responsable de Pedanías Sud, una paella gigante como en anteriores campañas.

Incluso Montero dio lecciones en público a un presidente de distrito de cómo debía hacer su trabajo, hecho que no pasó des apercibido para el resto y que ha provocado que dentro de la propia gestora se empiecen a cavar trincheras y comiencen a vislumbrase distintos bandos. En el fondo, todo se reduce a la necesidad de ir situándose cara los próximos congresos, que darán legitimidad al nuevo PP de la ciudad.

Belén Hoyo y Santamaría jugarán duro. Su prudente distanciamiento del presidente provincial, Vicente Betoret, su empalagosa cercanía a Bonig y su clara vocación de hacer carrera y vivir de la política apuntan a ello. Pero visto el ambiente, podrían aparecer otros aspirantes al margen de la lista oficial arropados por una creciente disidencia. Al tiempo.