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Primos hermanos

Una vez a la semana conecto con la televisión vecina a través de la red, lo hago para echarme unas risas viendo «Polònia» y «Crackòvia», con el último me tronchaba el pasado lunes al ver a «Las Teres» una parodia de Las Campos, en un espacio referente del entretenimiento, público y autonómico, tres cosas estas últimas, ausentes de momento en esta tierra, mientras se discute aquello tan aburrido de los tuyos y los míos€ Una vez se acabe el sainete de la elección del consejo rector, renacerá canal Nou y con ello, volverá a esta tierra mi añorada señal de TV3. Esto no es una novedad, porque la reciprocidad ya se había anunciado en otras ocasiones, aunque la puesta en escena protagonizada esta semana por los presidentes Puig y Puigdemont parece un ara va de bo€ Si técnicamente es posible la emisión de la televisión catalana, me pregunto por qué todavía no puedo verla a través de mi mando a distancia y me veo obligado a hacerlo en internet, como cuando conecto con las noticias en directo de la CNN de Atlanta, una localidad de la que nos separan siete mil kilómetros de distancia, frente a las poco más de tres horas que tardaríamos en llegar a Sant Joan Despí (siempre que no sea en tren y viajes en coche dejándote la cartera en peajes). Intuyo que será una cuestión de imagen porque con el tema catalán todavía existe demasiada gente susceptible. A todos ellos les recomendaría el visionado en televisión a la carta de «Cosins germans», porque viéndolo se darán cuenta que por cuestión de parentesco histórico, tenemos mucho mas en común con nuestros vecinos, de Vinaròs hacia arriba que en cualquier otra dirección hacia donde mire nuestra geografía. Es lo que hay y como valenciano, lo acepto con orgullo y naturalidad porque en mi casa, después de la dos entró la tres, mucho antes de ese nueve tan necesario que está de camino€

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