A veces me pregunto para qué nos quiere el club. ¿Sólo somos la claque? Lo que recibimos, sin embargo, son continuas bofetadas. Menosprecios. A la claque se le pagaba para que aplaudiera al final de los espectáculos y nosotros pagamos sí, pero para sufrir. El club, desde que se convirtió en SA, trata a la afición con indiferencia y sólo recurre a ella cuando está en el atolladero. Que el equipo naufraga, ahí está Mestalla para sacarlo a flote; que los chicos necesitan ánimos antes de un partido, recibimiento en la avenida de Suecia; que hay que ampliar capital, ahí vamos los tontitos a suscribir acciones; que hay que jalear al nuevo Mesías.... y yo me pregunto, a cambio de qué. Ante el Alavés, Mestalla acunó al equipo de principio a fin mientras la presidenta Layhoon Chan y el propietario estaban quién sabe dónde. Y era un día para sumar. En manos de Peter Lim, que esta temporada aún no ha tenido tiempo de venir a Mestalla, vuelve a estar el presente y futuro del club. Listos y tontos, vivos y muertos anticipaban en mayo lo que ahora está pasando. Que si Ayestarán no arrancaba bien la temporada, Suso se iba a desmarcar de él y Lim a destituirlo. A la espera de la decisión, el dueño ya debe saber que la coherencia es la madre de la ciencia. De ella tiró Voro antes, durante y después del partido para, por fin, puntuar. ¡Alegría!
Admiro la sinceridad que, tras el partido, utilizó Dani Parejo para desnudarse en una entrevista en la Cope. Tras esa apariencia blandengue se esconde un chico que, desde que llegó a Valencia, ha sufrido mucho. El capi, no capi, no entiende por qué una parte de la afición la tiene tomada con él. Por eso quería marcharse. Nadie merece ser insultado por la calle. Pero tampoco que se generalice y se meta a toda la afición en el mismo saco. Maleducados hay en todas partes. Lo que pasa en el campo, ahí debería quedar. O no, Filipe.
