Como docente me considero un fabricante de titulados universitarios y se me antoja que la forma de evaluar el éxito de la tarea consiste en comprobar si los que fueron un día estudiantes han conseguido un trabajo digno capaz de hacerles felices y mejorar la sociedad que recibieron de sus mayores. Así las cosas, he tratado de perfilar una herramienta para ayudar a mis estudiantes a lanzarse a ese precipicio que es el mercado laboral con las alas que han adquirido en la universidad, aunque no podamos asegurarles si funcionarán o no.

Decía Gonzalo Anaya, parafraseando a los clásicos, que más allá de la titulación que uno tenga la integración laboral debe basarse en las cuatro categorías básicas de habilidades: 1) artísticas, 2) comerciales, 3) teóricas o 4) de relación, y ésta es una magnífica guía para autoevaluar capacidades. Por mi parte, me gustaría introducir otro concepto, el de los dones propios del candidato, entendidos como aquellas disposiciones naturales que hacen que a unos les resulte más fácil que a otros memorizar, hablar lenguas o escribir correctamente, organizar, convencer, remontar dificultades, adaptarse a cambios inesperados, mantener la calma, teatralizar, etc.

Con las herramientas citadas y sobre la tesis básica de que el trabajo debe contribuir a la felicidad y que solo podemos ser felices si hacemos algo que nos gusta y lo hacemos bien, mi propuesta a los estudiantes que han finalizado su formación es que busquen dentro de ellos sus habilidades y dones y, fuera, los ejemplos de trabajo que ofrece nuestra sociedad, e incluso las carencias que podrían ser cubiertas con nuevas actividades profesionales y oportunidades de negocio. Esta tarea de introspección y observación debería realizarse desde la mayoría de edad, más allá de preocuparse por la elección de carrera pero, irremediablemente, debe asumirse al finalizar los estudios para que cada uno pueda poner rumbo a su vida en lugar de esperar a lo que le ofrezca el mercado que, en pocas palabras y a día de hoy, son naderías con salarios vergonzante y sin muchas expectativas de progreso.

Sirvan las frases anteriores para animar a los titulados a profundizar en su propio conocimiento y evaluar las posibilidades de convertir su actividad profesional en fuente de satisfacciones más allá de ser tan solo fuente de ingresos. Les aseguro que no puedo darles mejor consejo. El trabajo es una parte importante de nuestro día y la mejor forma de devolver al conjunto de la sociedad parte de lo mucho que recibimos de sus miembros en forma de servicios y comodidades y, en una situación como la actual del mercado laboral, es preciso hacer las cosas bien y hacerlas a conciencia si queremos encontrar nuestro lugar bajo el sol. Es cierto que una buena capacidad de adaptación es muy útil para integrarse en cualquier lugar pero, no lo duden, si son capaces de poner un rumbo laboral a su vida el éxito es mucho más probable.