El PSOE ha dicho que no a Rajoy y ha perdido un 26% de los votos que sacó en Galicia en las generales del 26 de junio. Ciudadanos ha dicho que sí a Rajoy y ha caído un 64%. Dificultar la investidura tiene un precio, pero parece que facilitarla también, y más alto.

Ciudadanos no entra ni en el parlamento gallego ni el vasco. Pasar del «nunca investiremos a Rajoy» a la «abstención técnica» y de esta al «¿dónde hay que firmar?» tiene un coste muy elevado. Si los socialistas les ha ido mal, ¿qué les habría pasado de haber recorrido el mismo camino Ribera?

Con la victoria atada, el PNV podría pactar con Rajoy: sus cinco diputados a cambio de más financiación y competencias. Pero ayer Urkullu insistió en que, también para ellos, no quiere decir no. Lo han estado diciendo que no desde el principio y eso no les ha pasado factura en las urnas: al contrario.

¿Y ahora, qué? Se redoblarán las presiones sobre Sánchez, al que acusarán de haber sido desautorizado por las urnas. Le dirán que los electores castigan su terquedad. Le dirán que sufrirá una debacle si hay llamada a las urnas el 18 de diciembre.

Pero si alguien debe temer a la repetición electoral es Ciudadanos. Puede desaparecer del mapa, con una parte de su voto reabsorbido por el PP y otra asqueada y fugitiva ante el abrazo con el supuesto demonio incorregible de la corrupción. Ciudadanos sólo puede aspirar a tocar poder en la situación actual. No le interesa volver a las urnas.

Podemos también debe pensarlo con calma. Retrocedió, tanto en Galicia como en Euskadi. El sorpasso gallego ha quedado en sorpassinho, y en el País Vasco le ha superado Bildu. La pelea pública de Iglesias y Errejón no suma votos sino que los resta. Cualquier decisión, activa o pasiva, que propicie unas terceras elecciones, le va en contra.

He aquí la paradoja. El interés objetivo de Ciudadanos y Podemos es que Sánchez haga presidente a Rajoy, pero si Sánchez se enroca en el «no es no» y resiste las presiones, entonces lo que interesa a Podemos y Ciudadanos es investir a Sánchez para evitar unas elecciones que les perjudicarían. Entonces, además, lo tendrían a su merced.

Cierto: si invistieran a Sánchez, Iglesias y Rivera lo harían bailar al son que quisieran? si se pusieran de acuerdo en la melodía. Los críticos del PSOE huelen una legislatura corta y catastrófica si se da esta extraña carambola. Pero investir ahora a Rajoy puede ser, directamente, el suicidio socialista. La pasokisación irreversible.