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¡Siguen vivos!

Esta mañana, mientras me duchaba, he vivido una «stranger thing», ¡me ha parecido oír voces! (emoticono de la carita con boca abierta y bracitos de manco a los lados). Cerré el agua, agucé el oído? y me di cuenta de que las voces sonaban dentro de mi cabeza. Extrañamente tranquilizado por esto, volví a abrir el agua e intenté reconocerlas, entre las brumas de mi mente y del vapor del agua.

Ahí estaban Mickey, personaje de «Ray Donovan» y Phillip Jennings, de «The americans». Y no se dirigían a mí. Ellos seguían viviendo sus vidas, que se habían quedado suspendidas desde el momento en que yo apagué la tele.

¿A qué es debido este fenómeno? ¿A que hay algunos actores de algunas series que consiguen dotar a sus personajes de tal humanidad que los vemos como parte de la familia, o al menos como amigos o conocidos cercanos? ¿A la sensibilidad de los guionistas? Y eso que las tramas suceden en Los Ángeles, Washington, Liverpool o Copenhague.

¿O se debe a que estoy como una cabra y debería hacérmelo mirar? Supongo que será una mezcla de las dos cosas. Y de pronto he recordado que también me pasa, aunque en menor medida, con los personajes de la novela que tengo en la mesita de noche. Esa extraña sensación de que aunque yo apague la tele o cierre el libro, ellos siguen con sus vidas, suspendidos en tramas que nunca veremos, y esperándonos hasta que volvamos a conectar con ellos.

Y entonces mis neuronas conectan con las veces en que los espectadores de alguna de las series en que he trabajado me han comentado, divertidos, consternados o directamente indignados, las ocurrencias, trapacerías o traiciones que había cometido en un episodio que para mí era ficción y nada más, y para ellos algo tan real como la vida misma.

¡Ahora os comprendo! ¡Pero si a mí me pasa lo mismo!

Y ahora dos pensamientos placenteros me invaden. Por un lado la tranquilidad de saber que si yo estoy loco, los locos somos legión. Y por otro, que me encanta pensar que alguno de los personajes que he creado siguen en la cabeza de los espectadores cuando la pantalla ya se ha apagado.

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