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Más madera, es la guerra interna

Desde las elecciones generales del 2015 el PSOE ha atravesado todo tipo de tempestades y sobre todo han ido estallando todo tipo de crisis y guerras intestinas. Los resultados no fueron buenos (90 diputados a las Cortes) y luego las negociaciones, con Ciudadanos y con Podemos tensaron las cuerdas. Tras el 15 J todo empeoró, dado que las posibilidades eran menores todavía. El marco estaba ahora resentido.

Las elecciones autonómicas gallegas y vascas han desatado una tormenta perfecta en el interior del socialismo. Se comprende que Pedro Sánchez tardará en comparecer, no se trataba solamente de reconocer un doble y amargo fracaso, sino de ofrecer una salida (o una huida) hacia adelante. Las dos cartas que puso sobre la mesa, la consulta de primarias y el Congreso del partido, tenían que ser sospesadas y tener consecuencias. Y las han tenido. No hubo ni un minuto de calma. Y tiene razón en que no le dejaron hacer la campaña, callándose por prudencia electoralista, sino que arremetieron desde todos los lados, con la vista puesta en debilitarle y restarle autoridad, o, como han señalado los de Podemos (nada amigos) «para decapitarle».

La crisis de los socialistas se suma a la crisis de Estado, es en parte su reflejo y está también desde hace mucho tiempo (desde Pérez Rubalcaba) en su origen. Una mayor democracia interna se saldó con un nuevo líder, pero lleva ya perdidas dos elecciones generales y por lo menos tres autonómicas o cuatro. No obtiene bajo su mandato ningún éxito desde las autonómicas andaluzas (y este triunfo se atribuye a Susana Díaz). Su capacidad de reaccionar ha sido grande, pero los números son implacables y hacen mella. Asistimos a un PSOE menguante que no recobra la forma. Mientras el PP subió en las pasadas generales y ha revalidado en Galicia sus galones.

Mientras el tiempo o cuenta atrás para unas elecciones generales repetidas (serían las terceras) se agota. Las fechas o tiempos que el secretario general se ha marcado el pasado lunes van muy apurados para dejar un margen creíble para negociaciones. Llegará si llega a ellas o revalidado y con un mandato claro en un sentido u otro (un no más o una abstención que le obligaría a él a retirarse y dejar que otro la sumiera). No sabemos quién y cómo vendería ese cambio de posición o desde que se podría negociar con Rajoy y el PP (dudo que le encargaran a otro negociar con Podemos).

Porque ese tema ahora es todavía más difícil tras la retirada de la confianza por la formación morada a García Page en Castilla-La Mancha. Y el anuncio que lo propio iba a ocurrir en Extremadura y tal vez en Aragón. Tres autonomías en las que tenían acuerdos de investidura o de gobierno y que caen como un castillo de naipes. De momento en la Comunitat Valenciana no parece presentarse esa misma manera de romper aunque hubo tensiones antes del pasado verano y no han cesado del todo. Hay quien lo interpreta como una movida en clave preelectoral. Tal vez, ya se verá qué da de sí.

Apriétense los cinturones, decía Bette Davis, en ´Eva al desnudo´, la noche va a ser movida. Van a ser tres meses muy movidos y se van a hacer daño los unos a los otros hasta el punto de devorarse. Más madera, es la guerra interna

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