Estimado lector que inviertes unos minutos para leer un artículo de prensa: no te voy a decir nada que no haya dicho antes a mis alumnos de Filosofía. «Lo que quiero enseñaros no es sólo que sepáis afrontar este examen, sino que sepáis abordar una conversación con vuestros padres, una discusión en vuestros futuros trabajos y, llegado el caso, cuando os enfrentéis a vosotros mismos en el silencio de ciertas preguntas. También aprenderéis a escuchar antes de hablar. Y a valorar las ideas de todo el mundo». Esto mismo anuncié en clase de Bachiller momentos antes de repartir un examen de Filosofía. El filósofo es incómodo, lo sé. Pero eso mismo le hace humano. Y todo dirigente, de un país o de una gran empresa, debiera tener uno a su lado para que le diga lo que nadie le dice; porque no lo ve o porque no se atreven a decírselo. Al filósofo no le mueve el interés personal, sino la verdad. Por ahí quedaros tranquilos, competidores de oficina. Hacia esta dirección deben dirigirse los pasos del ser humano. Que no os distraigan las flashes ni los cutis de los famosos. No os convirtáis en descerebrados de moda. Aún estamos a tiempo de, sino reenderezar la deriva de la sociedad, al menos de compensarla.

En el mercado laboral, además, ojo a lo que viene: en un puñado de años, más pronto de lo que pensamos, el 60% de los trabajos actuales serán asumidos por las máquinas. No es una novela de ciencia ficción. La tecnología crece en progresión geométrica. Ya existe un hotel en Tokio donde todos sus empleados son máquinas. Es lo que viene. Haceros fuertes en algo que jamás pueda desempeñar una máquina pues de lo contrario seréis «amortizados». Así, a mis alumnos les expliqué el Test de Turing y luego debatimos de en qué nos distinguimos de los animales. Les hablé del lenguaje. De Saussure y de Merleau-Ponty. De la capacidad creativa. De cómo el ser humano es capaz de resolver un problema «no dado» en su vida y de por qué diablos los castores llevan todo su vida haciendo los diques exactamente de la misma manera.

Querido lector, el hombre no es más que lo que la educación hace de él. Esto no es mío. Es de Kant. Y yo percibo que el sistema educativo está modelando a los alumnos para convertirlos en operarios. Trabajadores sumisos sin capacidad crítica. Ciudadanos sin herramientas para debatir sobre se hizo bien en disparar a aquel gorila de un zoo de Mississippi «por miedo a que hiciera daño» a un niño que había caído en el foso del animal. Nuestros alumnos deben poder afrontar la cuestión con argumentos biológicos. Desde el punto de vista antropológico. Social. E incluso religioso, sí. Alumbrar el problema desde todos los ángulos posibles. Es como dar vueltas a una casa para contemplarla desde todos sus lados y a diversas horas del día. Entrar en ella, tocarla, respirarla y vivirla. Escuchar en silencio si crujen sus andamios. Percibir cómo cambia su estética con la luz de la tarde y con la vida de una familia en ella. Y luego reforzar tu análisis con autores y corrientes que te enseñaron en clase. Sí, en Bachiller. Donde enseñamos a realizar una exposición adecuada en la que demuestres que has sido capaz de detectar la auténtica problemática de la que vas a hablar. Demostrar que sabes definir los términos que utilizas. Que conoces los matices e inexactitudes en el uso de tus palabras, pues sin el buen uso y la correcta definición compartida de ellas (principio socrático) de nada sirve ponerse a hablar.

Lector puede que aún no lo sepas, pero la LOMCE ha suprimido la asignatura de Filosofía en Segundo de Bachiller. Algunas CC.AA. se han plantado ante esta medida y le han echado un pulso al Ministerio para frenar este retroceso intelectual en España. Semejante desobediencia al Ministerio de Educación está fundada. Es un acto de responsabilidad intelectual. Y como está justificada yo aplaudo a estos gobiernos autonómicos. Pero también les envidio, pues el mutismo de la Conselleria de Educación Valenciana calla y se me antoja connivente. ¿Quiere el Consell ser corresponsable en este embrutecimiento de los valencianos? ¿Está a favor de convertir las escuelas valencianas en factorías de operarios eficaces? Estimado Consell. Estimados ciudadanos: ¿de qué sirve conducir un Aston Martin, un Bentley o un Jaguar si el conductor es un idiota?