Recién celebrada „en muy pocas ciudades„ la Semana Europea de la Movilidad, lúdica y reivindicativa, corresponde a instituciones y ciudadanos ampliar el sentido de la misma y pasar a la acción.

¿Cabe todavía recordar que el exagerado desequilibrio del espacio dedicado en nuestras ciudades a los vehículos de motor tiene un efecto negativo directo sobre nuestra salud, y por tanto sobre nuestra calidad de vida? La contaminación atmosférica „solo es noticia cuando obliga a tomar medidas drásticas„ y la acústica convierten la movilidad urbana motorizada en un tema crucial.

Dando por sentado que en general la ciudadanía no presta la atención necesaria a este grave problema, aceptando que el espejismo tecnológico todavía confía en resolver el atasco con más asfalto, hay que reconocer que la falta de educación en el debate sobre la ciudad y la resistencia al cambio nos impiden ser más críticos para corregir malos hábitos.

Lentamente, nuevos cauces democráticos e innovadoras técnicas están favoreciendo la participación vecinal en sectores hasta hace poco impensables, como la planificación urbana, el diseño y la gestión de los espacios públicos, ámbitos tradicionalmente monopolizados por profesionales. Prescindiendo de la gente y de sus necesidades se han cometido errores imperdonables.

Apostar por un urbanismo participativo real y efectivo exige integrar en el proceso a todos los agentes que pueden verse afectados. Ya no es suficiente con informar o simplemente consultar, ni aplicar fórmulas de participación excesivamente genéricas y poco dirigidas. Por tanto, preguntemos a los ciudadanos, animándoles a participar, aprovechando su inestimable conocimiento del lugar. Pero al mismo tiempo, mostrémosles cómo puede ser la ciudad del siglo XXI, invitando a salir a la calle para reivindicar el espacio que les corresponde.

Ciudades tan complejas como Nueva York tuvieron la suerte de contar con el activismo de Jane Jacobs (1916-2006), divulgadora científica y teórica del urbanismo. Precursora de buena parte de las ideas en torno a la sostenibilidad urbana y el urbanismo participativo, gracias a su compromiso se frenó en esa ciudad un gran proyecto que amenazaba con destruir la rica vida urbana de barrios tan conocidos por su esencia como el Soho o Greenwich Village. En el centenario de su nacimiento, sus reivindicaciones siguen estando más vigentes y siendo más necesarias que nunca.

Como muestra de su legado, en la ciudad de los rascacielos están abandonando el coche como unidad de medida para transformar sus calles en espacios más amables para viandantes y ciclistas. «Cuando se trata de carriles, menos es más», ha sido el lema de Janette Sadik-Khan mientras ha estado al frente del Departamento de Transporte de Nueva York entre 2007 y 2013. Su última publicación „Streetfight: Handbook for an urban revolution (La lucha por la calle: manual para una revolución urbana)„ resulta de lo más recomendable para todos los que deseamos una rebelión en el mapa de nuestras ciudades.

La tendencia es imparable: un estudio comparativo reciente firmado por la Escuela de negocios de la Universidad George Washington (Foot Traffic Ahead 2016) ha podido demostrar que las ciudades caminables tienen un PIB más alto que las que no lo son. Además atraen a personas con un mayor nivel educativo y son socialmente más equitativas. También en Europa, muchas ciudades iniciaron hace tiempo la recuperación de calles y plazas para sus habitantes, en un proceso que se está llamando «la Reconquista de Europa».

En Valencia, las tímidas actuaciones que se han llevado a cabo en los últimos meses „como en el entorno de la Lonja„ son ejemplo de cómo el urbanismo táctico de acciones rápidas, con pocos recursos y mucha imaginación, puede modificar los hábitos de movilidad en puntos neurálgicos de la ciudad, planificando a una escala más humana.

¿A qué esperamos? El camino es largo y nuestra salud está en juego. Aprovechemos los procesos participativos impulsados desde los consistorios para formar al ciudadano en nuevos modelos de urbanismo sostenible y, a través de la reflexión colectiva, apostemos por el cambio.