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A cuchillo

Llevaba yo uno días tontorrones, de esos en los que no te acabas de encontrar a ti misma. Me arrastraba por la vida con las orejas gachas como un roedor melancólico. Y de repente, en el PSOE empiezan a acuchillarse salvajemente por la espalda. En serio, muchísimas gracias a todos los implicados, me habéis alegrado la semana. Casi ni me importa que mi ordenador se haya hecho el harakiri por sorpresa. De hecho, hasta lo considero un homenaje a los socialistas. Mis aparatos electrónicos siempre han sido muy de actos simbólicos.

No hay nada mejor para olvidarse por un rato de las crisis existenciales propias que ver a una formación política centenaria implosionando entre navajas oxidadas y frases ponzoñosas. Mientras, Pedro Sánchez ha pasado de no existir a verse convertido en mártir, en heroico resistente, en sastrecillo valiente enfrentado a los gigantes con su humilde zurrón. Me declaro fan total del guionista. Y lo bueno apenas acaba de empezar. Ojalá entremos ahora en un bucle de comités federales y más comités federales y encuentros y reuniones de órganos del partido y más comités federales y nombramientos de comisiones gestoras y eliminación de comisiones gestoras. Hay odio, hay revancha, hay deseo, hay drama. ¡Venga, a gozarlo todo!

Pero por hilarante que resulte este espectáculo de cainismo ciego, debemos reconocer que la operación de descabalgar a Sánchez les está quedando un poco caótica. La parte de las intrigas palaciegas y los ajustes de cuentas la han clavado, pero la puesta en escena final ha sido un pelín chapucera. Que si unos cuantos dimiten pero no sabemos si son los suficientes, que si alocados cruces de declaraciones, que si correveidiles tocando con la patita en la puerta de Ferraz a ver si les dejan entrar. Ya nadie sabe quién manda, a quién hay que prestar obediencia, en qué ventanilla presentar sus lealtades€ Aquí han faltado tanques y cornetas. De toda la vida, si se monta un golpe de Estado se hace a lo grande, a lo bestia. Les aconsejo que empiecen a seguir Gran Hermano: sus concursantes sí que saben ejecutar traiciones sanguinarias con estilo y efectividad. Luego se gritan unos a otros «¡Mira que eres falso!» y todo apañado.

Por cierto, muchísima precaución al abrir el buzón estos días. Igual te encuentras propaganda del restaurante chino La Muralla Feliz como una notificación de que te has convertido en la máxima autoridad del PSOE. La autoridad suprema del Universo. Menuda responsabilidad, chatos. «Hola, soy la máxima autoridad del PSOE y exijo comerme la última croqueta».

A título personal, a mí que se me dan fatal el papeleo y la burocracia me fascina el debate sobre si se están cumpliendo los estatutos del partido. Es hipnotizador, como mirar una lámpara de lava. Póngame este reglamento aquí, quíteme este reglamento de allá. Revíseme el apartado 32b de esta normativa. Por eso nunca haré carrera en las filas de un partido, me colocan frente a una pila de informes jurídicos y empiezo a hiperventilar.

Pero lo más emocionante, lo más excelso, lo que más alegra el corazón es que todo este pitote se ha montado con el objetivo final de que Mariano el Impasible sea por fin investido presidente. ¿Podemos considerarle ya uno de los mejores estrategas de todos los tiempos o vais a seguir negando la evidencia?

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