Son días de recolección de uva. Es tiempo de vendimia. La evolución que ha sufrido durante años la recolección seguro que despierta la añoranza, la nostalgia de las personas mayores, de nuestros abuelos y abuelas. En nuestros días, los campos de viñedos en vaso se van transformando en emparrados. Las máquinas vendimiadoras se van imponiendo como fruto del avance tecnológico. Poco a poco, las cuadrillas de vendimiadores van desapareciendo reemplazadas por máquinas con descarga lateral sobre remolques de los tractores.

Los que tenemos una cierta edad hemos vivido la evolución de la vendimia. Recordamos, con cierta añoranza, como cuadrillas de vendimiadores salían a los campos montados en carros tirados por caballerías. Los carros iban adornados de juncos en los laterales para impedir que los granos de uva se desparramaran al camino y una lozana lona servía para cubrir el fondo que servía para almacenar los racimos de uva.

Antiguamente la jornada laboral era de sol a sol, los vendimiadores no miraban el reloj, el tiempo lo marcaba el astro rey. Por la noche y a pesar del cansancio de la jornada laboral, en especial en los pueblos pequeños, se celebraban verbenas y los mozos y mozas bailaban al son de la música del tocadiscos como si sus cuerpos estuvieran tan frescos como una rosa.

Hasta que aparecieron las primeras cooperativas vitivinicolas, los hombres pisaban descalzos las uvas hasta convertirlas en un jugoso mosto. Años más tarde aparecieron los primeros tractores. Era casi utópico que por vendimia surgieran las primeras tormentas otoñales. Embarrados a menudo hasta las rodillas, las cuadrillas empujaban con todas sus fuerzas y energías para sacar el tractor al camino. Pero si el tractor no tenía suficiente potencia para arrastrar el remolque, a veces se descargaba parte de los racimos de uvas en lonas por el suelo o se llenaban cuevanos para aligerar el peso del remolque.

En promedio general, la vendimia solía durar unos veinte días. Las cuadrillas de vendimiadores se saludaban a grito batiente cuando coincidían en viñedos colindantes o simplemente cuando se cruzaban al mudarse de viñedo. De unos años a esta parte observamos como las cuadrillas siguen vendimiando mayoritariamente a mano, con las tijeras y los cuebanos o canastos, pero cada vez se va imponiendo la transformación de viñedos en emparrados y son las máquina vendimiadoras las que suplen el trabajo de hombres y mujeres.

Las vendimiadoras han experimentado un cambio sustancial en la manera de recolección de la uva. Los tiempos llevan su curso y poco a poco se va imponiendo la recolección por máquinas porque entre otros motivos reducen el coste de recolección y se mitiga el esfuerzo del trabajo. Como dicen algunos abuelos y abuelas, «nadie puede negarnos que idealicemos tiempos pasados, aunque debemos ser conscientes de lo positivo del presente». Como dice un autor: «La nostalgia es sin duda, acordarnos de aquellos que fuimos y poder observar lo que ahora somos».