Miren esta insólita iniciativa: «Catorce personas ofrecen su ´amistad´ por horas en una plataforma online» (Levante-EMV, 27/9/2016). Nada de copular ni flirteos, según firma Mónica Ros: la cosa va de cenas, paseos, conversaciones... Una empresa gestiona la oferta e informa sobre las tarifas, como en los taxis, aunque aquí el interesado aporta vehículo y carga con las costas adicionales. Aristóteles dinstinguía entre la amistad basada en la utilidad, en el placer y la basada en el bien, es decir, en las excelencias propias del amigo o amiga. Véase, pues, tan amplio abanico de amistades, si bien el autor de Ética a Nicómaco atribuye mayor catadura moral a la última.

Este servidor se suma a tan noble causa y presta desde hoy su condición humana: mi ser y sus respectivos atributos a disposición de cualquiera previo pago, claro está. De algún modo desprendo un sano altruismo, a saber: expandir mi mente holística, a ratos filosófica, psicológica o corralera, según se tercie. La versatilidad de mi perfil intelectual me convierte en un tipo interesante en términos mercantiles: sé de Platón tanto como de Camilo Sesto, entiendo de filosofía e incluso de periodismo, ofrezco chascarrillos o disquisiciones metafísicas, una suerte de amplitud temática para dar abasto a los diversos y recónditos intereses particulares. ¿Por qué moralinas contra ideas creativas cuya meta principal radica en minimizar soledades? En tal meollo todos ganan: se trata de una relación contractual, sin más. E incluso da pie a la inventiva o la fantasía, pues, ¿acaso no es posible una historia de amor o compadreo detrás de alguna de estas amistades interesadas? ¡Aquí hay madera literaria para Millás u otros escritores de referencia!

Pienso además que Levante-EMV acertaría si publicara varias entregas de estos encuentros amigables. Uno lee la prensa deseoso de conocer historias excéntricas. Eso de formar criterio mediante el periódico ya pasó a mejor vida. No sé si mi amiga Pilar Pardo seguirá contándolo en sus clases de Lengua Castellana, pero si así lo hiciera, miente. A todo esto, sólo hay catorce personas en el mercado de la amistad. ¡Qué falta de perspectiva empresarial! Conmigo, ya somos quince. Modestia aparte, creo que soy el mejor candidato y una magnífica compañía. Si desea presumir de este amigo genuino, único en su género, aquí me tiene. Acepto ofertas. Alquilo mi amistad.