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Chicho no es narciso

Si me pongo a pensar en un programa de mi infancia, ese es «Un, dos, tres». Lo prodigioso de esta afirmación es que es válida para quienes pertenecemos a generaciones distintas.

Solo por eso y porque no creo que haya en España un solo ciudadano que no recuerde el mítico programa, no sepa tararear su sintonía, no reconocer a la calabaza Ruperta o a los Super Tacañones («campaaaana y se acabó»), creo que se merece que todos los que ahora mismo leen estas líneas se levanten de sus asientos y le den, al menos, un aplauso a su creador. Y es que Narciso «Chicho» Ibáñez Serrador va «donde oigo aplausos», dijo el otro día el mago de la televisión en una sorprendente aparición en el programa «Late motiv», que presenta Andreu Buenafuente en #0. El humorista catalán estaba en plena entrevista a J. A. Bayona, con motivo del estreno de su última película „«Un monstruo viene a verme»„, cuando anunció la llegada de Ibáñez Serrador. [Póngase ahora voz de concurso: Por 25 pesetas, dígame programas de Chicho Ibáñez Serrador: «Un, dos, tres», «Historias para no dormir», «Waku, waku», «Hablemos de sexo», «El semáforo»€]

Llegó Chicho en silla de ruedas, acompañado por uno de sus hijos. «Maestro», le dijo un Buenafuente ya más admirador que entrevistador. «No me llame maestro», le vino a decir Ibáñez Serrador. «¿ Y cómo le llamo?», preguntó Andreu. «Chicho», respondió€ A secas. Y es que Chicho no es Narciso. El mito griego de Narciso relataba cómo el protagonista de la historia, víctima de una ninfa despechada y su propio engreimiento, se enamoró de su mismo reflejo y la cosa no acabó bien. Así que Chicho, por mucho que lo diga su DNI no es Narciso. Y eso que bien podría serlo. Hoy cuesta pensar en un programa que haya captado el interés de tantas generaciones como «Un, dos, tres», de un creador que haya sabido dejar su impronta como la ha dejado Chicho en los años en los que estuvo activo. Y como dice que va donde le aplauden, a ver si alguna cadena se anima y le aplaude un poquito más fuerte.

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