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Alfons García03

El país o las siglas

El caído pero no muerto Pedro Sánchez no solo dijo a Felipe González, sino también a algunos de sus colaboradores en la dirección socialista „lo cuentan en privado„, que facilitaría un gobierno de Mariano Rajoy en la segunda ronda de la investidura. Por la estabilidad del país. Luego rompió ese compromiso, como se vio. Pasó a otra reflexión, consideró: a) que la operación Rajoy era cargarse el PSOE ,y b) pensó, no sin cierta presunción, que una España sin los socialistas o con estos por los suelos sería una España mucho peor. En este argumento ancló su «no es no» hasta el final: no toca salvar a España ahora, toca salvar al PSOE.

Al final, al margen de la largo tiempo cocinada lucha de poder y los desencuentros personales, la crisis socialista va quedando reducida a una cuestión de prioridades. Frente a las de Sánchez, el jefe de la gestora socialista, Javier Fernández, sostiene que el compromiso es «hacer lo mejor para los españoles». Lo mismo que defiende Ximo Puig cuando plantea que el objetivo del dilema socialista ha de ser encontrar la mejor salida para el futuro de los españoles.

A la vista de los primeros gestos de la gestora (perdón por el juego de palabras), surgen algunas cuestiones: ¿España estará mejor si Gürtel queda en un rincón y la corrupción popular (y por añadidura la del socialismo andaluz) dejan de socavar los cimientos de la democracia en aras a relajar la tensión política y favorecer la estabilidad (económica)? ¿Puede comulgar con un planteamiento así el PSPV, un partido endeudado por los costes judiciales de perseguir la corrupción en los gobiernos valencianos del PP? ¿Va a pasar a ser Pablo Iglesias el verdadero enemigo en la disputa por las migajas de encabezar la oposición?

El PSOE quizá tenga unos años de calma si toma ese camino (el otro no le asegura el éxito tampoco, como culpable principal de un bloqueo que se eterniza), años para encontrar un nuevo manual de la socialdemocracia, pero se juega su alejamiento „iba a escribir definitivo, pero ese es un adjetivo imposible en política„ de la calle.

La única gran verdad de esta historia es que el dilema es sumamente complejo. Hay una frase de Posteguillo perfecta para el socialismo de estos tiempos: «Los atajos están llenos de trampas».

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