La violencia escolar es un fenómeno que despierta gran alarma social cuando nos encontramos con hechos como los ocurridos recientemente en un colegio de Palma de Mallorca, donde una niña de ocho años sufrió una brutal agresión por parte de doce chicos de doce años. Este problema es conocido por los docentes que tienen que enfrentarse al crecimiento de los problemas de convivencia. Así por ejemplo, en el año 2015 los casos de acoso escolar aumentaron un 75 % respecto al 2014 según datos de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (Anar). No obstante, las quejas justificadas de los docentes muchas veces encuentran escaso eco en la comunidad escolar. Es más, en ocasiones, tanto los responsables de las administraciones educativas como los propios padres piensan que estos casos de acoso escolar se deben a la inexperiencia del profesorado o simplemente a su escaso interés por el trabajo.

Este planteamiento es erróneo ya que el problema del acoso responde a muchas causas. Sería ingenuo pensar, como se está comentando, que si el profesor de guardia de patio hubiera estado en su sitio la agresión del colegio no se habría producido. Si analizamos datos del Estudio Internacional sobre Enseñanza y Aprendizaje Talis, 2013, podemos ver algunas causas que hacen que las medidas que se toman en la prevención del bullying, el fracaso y abandono escolar temprano son ineficaces.

Así, respecto a los recursos humanos y materiales en los centros educativos para prevenir y hacer frente a estos problemas, Talis nos muestra que en España el 61,6 % de los profesores de Educación Secundaria Obligatoria participantes en dicho estudio opina que trabaja en centros donde faltan profesores y recursos para atender a los estudiantes con necesidades educativas y de apoyo especiales, frente al 48,1 % de la media de los países de la OCDE. Además, solo el 15 % de los padres españoles cree que la familia es más responsable que la escuela de la educación de sus hijos, frente al 55 % de los padres finlandeses.

Un buen clima escolar propicia entornos que facilitan la labor de los docentes y el aprendizaje de los estudiantes. La buena gestión del plan de convivencia y de los procesos tutoriales resulta determinante como medida preventiva en cuestiones relacionadas con el acoso verbal, físico o psicológico al profesorado y alumnado. Consideramos que no se está llevando una buena gestión de estos protocolos debido a que no están correctamente sistematizados y no se dispone de indicadores clave de desempeño, faltando además el apoyo de la administración educativa en la implantación de programas de mediación escolar.

En suma, los centros educativos deben ser espacios seguros en los que las familias han depositado su confianza para trabajar en la formación de sus hijos e hijas. Para lograrlo se debe tener la convicción de que todos debemos intervenir con la suficiente preparación, responsabilidad y dedicación.