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José Sierra

No bastará con la acuicultura

Hace unas semanas, científicos reunidos en Madrid reclamaron una intervención urgente para asegurar la supervivencia del pez espada. Sus poblaciones han disminuido un 70% tras 30 años de brutal sobrepesca; víctima también, de la indecisión política. Oceana ha amplificado la voz de la ciencia, al reclamar un plan de acción, aunque advierte que la «única alternativa» es un cierre total de la pesquería y ello solo para hacer posible pescar de forma sostenible -con restricciones- a partir del año 2020. De otro modo no llegaremos a tiempo.

La alerta me recordó mucho la que hace casi treinta años recibí sobre el atún rojo del Mediterráneo. Había desesperación en lo ojos de quien me lo contaba: un industrial valenciano amigo de navegar y que colaboraba con la Comisión Internacional para la Conservación del Atún Atlántico (ICCAT) haciendo recuentos y ayudando a la elaboración de estadísticas. Parece que la situación respecto del pez espada es similar a aquella. Hace falta una acción urgente como la que ha logrado atajar el declive del atún rojo.

Ayer mismo, la Agencia Europea de Medio Ambiente publicaba el informe «Seafood in Europa», en el que se proponen una serie de medidas para hacer realidad un modelo de pesquería sostenible en el que, desde luego, no caben episodios como el del atún rojo y ahora el del pez espada.

Algunos datos del informe son muy preocupantes:la mayor parte de las pesquerías del mundo se encuentran totalmente explotadas (58%) o sobreexplotadas (31%). El 50% de las poblaciones de peces en el océano Atlántico noreste y el Mar Báltico, están siendo sobreexplotadas y más de un 90% de especies en los mares Mediterráneo y Negro se pescan por encima de su rendimiento máximo sostenible. Europa confía en un rápido crecimiento de la acuicultura para satisfacer la demanda a nivel mundial. Ya en 2014, por primera vez en la historia, en el mundo se consumió más pescado de las granjas de acuicultura que de caladero. Pero los europeos, que consumen de media 22 kilogramos de pescado al año, tienen el morro fino: un 75% declara que prefiere el pescado «salvaje». Si queremos seguir disfrutando de este privilegio no queda otra que restringir las capturas hasta hacerlas sostenibles y crear nuevos santuarios para las especies más amenazadas.

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