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"Quan creus que tot acaba ..."

Conjeturar sobre el futuro de los políticos es gratuito. En sus vidas lo que no es sobrevenido se lo acaban buscando. Le ha pasado a Isabel Bonig esta semana. Isabel comenzaba ganar altura aupada por la demoscopia y lanzada por las calamidades del tripartito pero como decía Raimon -que tan poco le gusta- «quan creus que tot acaba, torna a començar». El caso Sagunt no deja de ser uno más de los asuntillos que engrosarán la enciclopedia popular y que salen al encuentro de la líder como cuando el runner encuentra en su ruta a la pandilla del colesterol al paso de los regulares de Alhucemas.

Silencio catódico. Unos problemas acontecen y otros, como decía, te los puedes buscar. Salvo grandes errores el partido -un partido a cara de perro es eso pescar en el disputado caladero del centro político- se gana por los detalles. Bonig -en el caso de RTVV por ejemplo- parece empeñada en el trazo grueso. Pero su posición de «rebentaplenaris» sólo oculta el nulo interés por la reapertura del ente, una palestra por la que desfilarían si le dieran al play -en ediciones de mañana, tarde y noche- el yonki del dinero, Rato, los audis de Barberá y todas sus bestias pardas. Una posición tan egoísta como la contraria en el caso de la izquierda, que busca recuperar la herramienta propagandística a cualquier precio.

Mañana Ferraz. Por otro lado, conjeturar sobre lo que ocurrirá mañana en Ferraz también es muy complicado. Ximo Puig juega a no quemarse. Ora coquetea con el «no», ora apoya por lo bajini la abstención pero todo indica que con más o menos espectáculo -ya se encargará Ferreras de ello- se impondrá la posición de investir a Rajoy. La salida de Pedro Sánchez de la escena no fue lo que los anglosajones llaman un «golden parachute». Fue una purga, un fusilamiento, un ajuste de cuentas, el nacimiento de una supernova del martirio. Lo mejor para un político es morirse -en el sentido metafórico de la palabra-. Le salen fieles debajo de las piedras, las filias se multiplican, las fobias se amuerman.

Felipe. El mártir, pues, es Pedro, no Felipe González. Felipe es víctima del «agit prop», de la propia persecución sectaria y de los monstruos creados para acosar a otros que se vuelven contra uno mismo. Resulta imposible establecer la frontera entre los chicos del pasamontañas y los proetarras que le hicieron el escrache a González en la Complutense y el retrato cap per avall del líder de Suresnes en la agrupación socialista de Torrent. Forma parte del virus general, del déficit de cultura democrática. En el metalenguaje político valenciano, darle la vuelta a un retrato es el máximo exponente del desprecio y la acción, que tiene su precedente en su tocayo Felipe V en Xàtiva, se aplicó también a otros ilustres locales como el exconseller Font de Mora.

Difuntos. Quizás a esto -alterar la posición de las cosas- se refería José María Aznar esta semana cuando afirmaba que el tiempo pone a cada uno en su sitio. Los difuntos o los ex del PSOE tienen más salud que los del PP. Una palabra de Felipe bastó para colapsar el PSOE mientras que la vuelta de Aznar evoca las batallitas del abuelo cebolleta y los exlíderes valencianos vagan como ectoplasmas en diversos ámbitos. Respecto a Felipe, nadie debería llamarse a engaño. FG siempre dejó claro eso de primero España y después el partido. El paradigma fue marca de la casa y del partido se encargaba Arfonzo.

Daños colaterales. ¿Qué efectos telúricos está provocando este clima de agitación en la familia socialista valenciana? Consultando el oráculo de los números, las últimas encuestas publicadas por Levante-EMV -antes del tsunami de Ferraz- mostraban que el PSPV cobraba ventaja en la particular liga de la izquierda frente a un Podemos desdibujado y un Compromís víctima de su altisonancia. Además, desmontaba la fantasía de un duelo Oltra-Bonig y en el plano de la valoración personal, el Molt Honorable salía francamente beneficiado. Así, pues, más que conjeturar lo que habría que preguntarse es qué perjuicios podría causarle a Puig la liquidación televisada del PSOE en el espectáculo dominical de la Sexta.

Postureo del «no». Y luego están los escandalizados. En los últimos días a Puig le han llovido quejas en contra por su ambigua postura. Diríase que buena parte de esta algarada orgánica tiene algo de postureo, de quien adopta la pose más cómoda a una discreta distancia del campo de batalla. ¿Hará un «Iceta» algún valenciano de la ejecutiva? ¿Dejarán el cargo el presidente de la Diputación Jorge Rodríguez o el alcalde de Alicante Gabriel Echávarri el lunes? ¿Abandonarán el partido el edecán parlamentario Manuel Mata o el Secretario de Turismo Francesc Colomer pasado mañana? ¿Tomará forma un sector crítico? Mucho ruido pero las espadas parecen seguir envainadas quizás esperando futuros congresos cuando no ulteriores callejones oscuros.

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