Algo deberíamos replantearnos como sociedad cuando un chaval de 20 años acumula en su historial dos denuncias por violencia de género además de una orden de alejamiento de su exnovia menor de edad. Y ahora suma el asesinato de una niña de 15 años. Cuando a las mujeres nos siguen matando sólo por ser mujeres, deberíamos parar a reflexionar. Sólo un apunte del alcance del dolor. Las chivatas redes sociales, siempre tan dispuestas a dar fe de todo, no mostraron ningún recuerdo ni pésame del presidente Mariano Rajoy o de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría el sábado cuando Calp y Chella se despertaban con dos crímenes machistas. Y estaban en el Congreso de los Diputados.

Desde las filas del PSOE, dispuestos a apoyar el inicio de la legislatura, tampoco se hizo escuchar nada. Rodeados de todos los medios de comunicación nacionales. Y eso que el presidente Ximo Puig clamó en una tierra rota de tristeza por un pacto contra la violencia de género pero, sus seis diputados valencianos, que sin fisuras se abstuvieron en Madrid, no parecieron oírle. Lo mismo le escribo a la vicepresidenta Mónica Oltra. Joan Baldoví en su intervención pidió financiación. Perdía la oportunidad. En la Comunitat estábamos de minutos de silencio. ¿Y el pacto de Estado para la violencia de género? Nada. A mi me pareció que Valencia se quedaba sola, otra vez, cuando, precisamente el sábado, se hacían sobradas concesiones.

Hay más víctimas en accidentes de tráfico, he oído estos días de algún compañero. Sí, y que las medidas para frenar sus infracciones son más lucrativas, también. Hasta el terrorismo, en su día, que dejó menos víctimas, tuvo su telón político con mayor interés para ser tema de orden nacional. Eso también. ¿Hay que decir que como la violencia machista carece de ambas motivaciones no alcanza rango para incluirse en agenda? Lástima. Pero, como dicen las asociaciones feministas, a las que copio, disculpen todos las molestias pero, a nosotras, nos están asesinando. Y no hay perdón. Ni tenemos más tiempo. Cambien la ley allí donde hace agua, dótenla de presupuesto y hagan que se aplique en toda su dimensión. Los minutos de silencio no bastan. No se hagan los sordos el día que se asume gobierno con dos mujeres asesinadas sobre la mesa. Porque de poco sirve que lo publique la prensa.

Relataba este diario que en Chella, la exnovia, menor de edad, del asesino de 20 años, ha vivido con miedo a pesar de contar con una orden de alejamiento. Pánico cada día durante dos años porque la perseguía, la vigilaba y creía que sería ella, y no la chica de 15 años, Vanessa, a la que asesinaría en cualquier momento. No hay derecho. Paradojas de la vida, esta semana, desde el partido Ciudadanos, sobrer el que cada vez estoy más convencida de que le falta un hervor, Inés Arrimadas manifestaba su necesidad de llevar escolta por lo que, según ella, «pasa en Cataluña». Ni yo he conseguido entenderla aún, ni ella explicarse. Pero, dado que no hay tal peligro sobre su persona, como ha venido a confirmar la Conselleria de Interior, ese gasto público podrían dedicarlo a algo de mejor provecho, como la Ley de Violencia de Género. Para que ninguna mujer viva con miedo, por ejemplo. Y a Arrimadas, con que le envíen la cabra de la Legión a protegerla tiene de sobra. Tonterías, las justas.