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Nuevo Gobierno, viejas exigencias

El pasado viernes el nuevo Gobierno de Mariano Rajoy comenzó a andar, con menos caras nuevas que permitieran ampliar las horas de las tertulias políticas, pero con la determinación, eso sí, de ahondar en las mismas políticas que han dejado a España hecha un solar. Porque a pesar de la época en la que vivimos, donde a veces parece que todo se basa en la imagen proyectada, sea en la izquierda o a la derecha del espectro político, lo realmente importante no es cuantos ministros y ministras entran o salen del Ejecutivo, sino si se van a realizar cambios sustanciales que varíen la senda austericida seguida hasta ahora.

De momento, como era de esperar, todo apunta a que las cosas van a seguir como antes, o incluso ir a más. Tanto Rajoy y el PP se sienten, sin estarlo, más legitimados y fuertes ahora que en la legislatura anterior. No es para menos, sobre todo si recordamos como el debate de investidura fue, en muchos casos, un fuego cruzado entre los grupos parlamentarios de la oposición, ante la mirada condescendiente del único candidato a la Presidencia del Gobierno. En este contexto, no deja de ser cuanto menos sorprendente, la actitud del Presidente de la Generalitat, Ximo Puig, de continuar como si nada hubiera pasado, obviando la enorme responsabilidad que su partido y él mismo tienen de que el PP haya revalidado su política, a pesar de no haber ganado las elecciones.

No puede olvidarse tan pronto que ha sido el PSOE, con su ruptura interna y su abstención, el que ha puesto de nuevo a Mariano Rajoy en el Palacio de la Moncloa, abriendo una brecha muy difícil de cerrar con el resto de fuerzas progresistas, a pesar de que parte de éstas tampoco mostraran mucho interés en llegar acuerdos, todo hay que decirlo. Por eso no deja de sorprender que en la reunión mantenida por el jefe del Consell con 60 alcaldes del área metropolitana de València, éste volviera a exigir nuevas inversiones en transporte a la Administración del Estado, aprovechando que ya se ha constituido Gobierno.

De hecho, fue la propia consellera de Vertebración, MªJosé Salvador, la que llegó a afirmar que ahora que está constituido el Gobierno «ya no tienen excusas» para no conceder los 38 millones de subvención para el transporte metropolitano de València, y así comenzar a saldar la deuda histórica de 2.000 millones de euros que en infraestructuras se tiene con el País Valenciano. Nada que objetar a esta reivindicación, absolutamente necesaria para la movilidad en el área metropolitana, pero si recordar algo importante. La negativa del Gobierno central para ayudar al transporte público metropolitano ha sido permanente con el PP, no por las excusas dadas, sino por una manifiesta voluntad política de atacar lo público, priorizando el pago de la deuda impuesta por Bruselas.

Ximo Puig, haría bien en no olvidar, que cuando Montoro vuelva a negar esta u otra ayuda, no lo hará por capricho, sino porque esa ha sido siempre la ideología de un Gobierno que él no ha impedido constituir.

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