Si la semana pasada nos centrábamos en las vicisitudes climáticas de Marte y las posibilidades de encontrar vida o de que ésta hubiera existido en dicho planeta en un tiempo pasado, hoy nos acercamos hacia la antítesis del planeta Rojo: Venus. En la actualidad Venus se sitúa fuera de lo que se estima como franja habitable del sistema solar, puesto que se encuentra demasiado cerca del Sol. Si a esto le sumamos una atmósfera en la que hay capas kilométricas de nubes de Ácido sulfúrico; donde el efecto invernadero producido por el conjunto de sus nebulosas capas le confiere las temperaturas más altas de cualquier planeta del sistema solar en su superficie, incluso mayores que las que las de Mercurio, tenemos pues las peores condiciones posibles imaginables para encontrar vida. ¿Pero Venus tuvo siempre condiciones tan inhóspitas?

Venus, como Marte, también ha sido objeto de la investigación científica, con numerosas misiones espaciales. No obstante, el interés por el astro que algunos investigadores han catalogado como nuestro "planeta hermano" hace décadas que disminuyó radicalmente respecto al manifestado por el planeta Rojo, debido a sus abrasadoras condiciones climáticas y a que su porvenir parece mucho menos prometedor. Aun así, por su enigmático pasado y por sus similitudes con la Tierra -tamaño y vulcanismo por ejemplo- encierra cuestiones clave para nuestro planeta, que a buen seguro que en un futuro impulsarán un mayor interés. De hecho, existe una creciente corriente científica que cataloga a Venus como una especie de espejo del futuro que le espera a la Tierra y, además, por varias razones. La primera y fundamental es porqué la zona habitable del sistema solar no siempre ha sido como en la actualidad y no siempre continuará igual, el Sol conforme va envejeciendo emite más radiación, alterando la climatología de los planetas. Así, en el pasado; poco después de que fraguaran los planetas, se sabe que emitía un 70% de la radiación que actualmente proporciona, esto hace especular a los estudiosos en astrobiología con que este planeta alguna vez fue azul como el nuestro y con abundante nubosidad y precipitaciones, con unas condiciones para el desarrollo de la vida parecidas a las que hubo en la Tierra primigenia. Además de por el aumento de la radiación solar desde aquellos inicios, algunos científicos coinciden en explicar la actual situación climática de este planeta y su efecto invernadero exacerbado, que implica temperaturas de más de 400ºC, por alguna circunstancia interna cataclísmica; como por ejemplo por un periodo de vulcanismo masivo que enrareciera su atmósfera de forma irreversible.

Actualmente existen misiones espaciales planteadas para estudiar en un futuro las condiciones de Venus, pero en comparación con la carrera existente por poner pie en Marte las perspectivas para encontrar avances respecto al planeta que hoy nos ocupa son poco halagüeñas. Aún con todo, pronto o tarde la investigación científica mirará de nuevo a Venus para escrutar en el futuro de los posibles peligros para nuestro precioso planeta azul, puesto que si en algo existe consenso científico es que en un futuro lejano, de aquí muchos millones de años, la energía solar que nos alcance será tan intensa que terminará por convertirnos primero en un planeta como Venus y finalmente como Mercurio.