Pensaba yo después de mis cuarenta años de militancia que estaba viviendo una situación inédita en el PSOE. Pero no. No es así. Un compañero me lo recordó. En la década de los años veinte del pasado siglo se produjo una división en el seno del Partido frente a la dictadura del general Primo de Rivera. Largo Caballero y Andrés Saborit eran partidarios de una cierta colaboración, mientras Indalecio Prieto y Fernando de los Ríos eran contrarios. Largo Caballero fue nombrado miembro del Consejo de Estado y la crisis culminó con la dimisión de la ejecutiva de Indalecio Prieto. En esa década falleció nuestro fundador Pablo Iglesias. No sé porque mis pensamientos me conducen a este pasaje de nuestra historia. Tal vez nada tenga que ver.

Pero no logro entender. Quizás los años me han restado capacidad de análisis. Faltaban horas para un comité Federal y han hecho dimitir a la Ejecutiva para así poder colaborar con la derecha. Los viejos tótem apoyan esta operación. Pero quisiera que alguien me explicara las ventajas socialistas que hemos obtenido. Los inconvenientes los conozco. Hemos destrozado la organización, retrasan todo lo posible el congreso, dividimos a la militancia, la opinión pública queda perpleja, la derecha gobierna y, es más, convocará las elecciones tan temidas cuando le dé la gana. Los analistas del partido y la comisión gestora podrían explicarme el relato comprensible que han trazado para generar y gestionar esta crisis.

Y lo viejo ha de entender que el bipartidismo se ha acabado, que hemos de dialogar para llegar a acuerdos con la izquierda, que es donde nos encontramos cómodos y es allí donde se han ido nuestros hijos. Estamos ya en otro tiempo. Cuando éramos jóvenes nos movía el sentimiento por nuestra lucha por la libertad y nos costó renunciar al marxismo y nos costó la votación de la OTAN, pero teníamos reservas por haber alcanzado con aquellos compañeros la democracia por la que tanto habíamos luchado. Pero a los jóvenes de hoy les mueve la razón. Nacieron con la democracia y no entienden el análisis político que han hecho. Yo tampoco.

Como dijo Bertolt Brecht, «la crisis se produce cuando lo viejo no acaba de morir y cuando lo nuevo no acaba de nacer». Tal vez si no nos hubieran dejado tantos miles de ciudadanos hubiéramos tenido una situación mas favorable para elaborar un proyecto de futuro. Proyecto, con liderazgo, que ha de ser audaz, valiente, participativo y sobre todo mirando desde la izquierda la sociedad del siglo XXI. Porque, amigos, lo que cambia el mundo no es Facebook, ni Twitter, lo que cambia el mundo son las ideas.