La reciente desclasificación de expedientes de objetos volantes no identificados (OVNI) por parte del Ministerio de Defensa ha revelado aspectos sorprendentes de los informes sobre avistamientos. Uno de ellos es que muchos de los casos tuvieron su origen en astros brillantes, sobre todo Venus, el planeta de mayor brillo de cuantos podemos observar en el cielo. Siempre que es visible, como estos días al atardecer mirando hacia el suroeste, su notable resplandor llama la atención de la gente, y algunos llegan a preguntarse por la naturaleza de ese extraño punto luminoso que destaca por encima del horizonte. Algunos llegan a preguntarse si se trata de un OVNI. Lo llamativo, sin embargo, es que en los expedientes desclasificados esa misma pregunta la hacen pilotos de avión con una dilatada trayectoria, que confundieron Venus con un objeto en movimiento. Puede parecer sorprendente, pero en realidad no lo es tanto: la trayectoria del propio avión, la presencia de nubes cercanas (que sí que se mueven) o el centelleo de la luz del planeta a causa de las turbulencias atmosféricas puede alimentar la ilusión óptica. Pero si uno se fija bien, Venus es inconfundible, entre otras razones porque su movimiento aparente es muy lento. Después del Sol y la Luna no hay otro astro que brille tanto como él, hasta el punto de que también forma sombras, aunque mucho más tenues. La mayoría de esos informes pertenecen a décadas pasadas, pero en el presente hay un segundo protagonista de los cielos que puede confundir al observador tanto o más que Venus: la Estación Espacial Internacional, visible muchas noches cruzando el cielo con un brillo extraordinario y con un rápido y espectacular movimiento.